Buscar este blog

La revolución científica

Texto de Abelardo Giraldo López

Hay grandes ideales sin descubrir, adelantos disponibles que pueden remover las capas protectoras de la verdad”.  Neil Armstrong.

“Para mí nunca ha existido una mayor fuente terrestre de honor y distinción, que la relacionada con los avances de la ciencia”.  Isaac Newton.

Hemos hablado mucho de las revoluciones, la revolución francesa de 1789, la revolución bolchevique, noviembre de 1917, las guerras de independencia de Estados Unidos, Ucrania, países de Latinoamérica, etc., pero jamás nos hemos ocupado de un tema tan importante como, “la revolución científica”.

Darwin, nunca admitió que su teoría sobre la biología, resolviera de una vez por todas el enigma de la vida, después de siglos de investigación científica, los biólogos no encuentran una explicación sobre la manera en que el cerebro produce la conciencia, los físicos admiten no saber que causó el Big-Bang  o cómo reconciliar la mecánica cuántica con la teoría de la relatividad.

Si nos remontamos a la antigüedad, antes del siglo XVI, ningún humano había circunnavegado la tierra, pero esto cambió en el año 1522, cuando la expedición de Magallanes regresó a España, después de un viaje de 72.000 kilómetros, el cual realizó en tres años y les costó la vida a casi todos los miembros de la expedición.

En 1873, Julio Verne, pudo imaginar que Phileas Fogg, un rico aventurero inglés, podría dar la vuelta al mundo en 80 días y hoy cualquier persona con ingresos de clase media, si se lo propone, usando la navegación aérea espacial, puede darle la vuelta a la tierra de forma segura y fácil en solo 48 horas.

Por el año 1500, los humanos habitaban solamente la superficie de la tierra, podían construir torres, escalar montañas como las del Tíbet o el Éverest, pero el cielo estaba reservado solamente para las aves, los ángeles y las deidades, luego el 20 de julio de 1969, los humanos llegaron a la luna y esto no fue solamente un acontecimiento histórico, fue una hazaña evolutiva espectacular, incluso cósmica.

Durante los 4.000.000 de años de evolución previa, ningún organismo consiguió siquiera ascender hasta la atmósfera de la tierra.

Durante la mayor parte de la historia, los humanos no supieron nada del 99.99% de los organismos más pequeños del planeta, “los microorganismos”.

Cada uno de nosotros porta en su interior millones de organismos unicelulares, los cuales son nuestros mejores amigos y nuestros más mortíferos enemigos, algunos digieren nuestra comida y limpian nuestro tubo digestivo y los otros, si nos descuidamos, nos pueden ocasionar enfermedades, epidemias o incluso la muerte.

Pero no fue hasta el año de 1674, que un ojo humano vio por primera vez, un microorganismo, fue en ese entonces, cuando Anton Van Leeuwenhock, observó a través de un microscopio casero, que el mismo había fabricado y se sorprendió al ver; “ese mundo de seres minúsculos que se movían dentro de una gota de agua”. Durante los 400 años siguientes, hemos conocido un número enorme de especies microscópicas que hoy se han puesto al servicio de la medicina y la industria.

Hoy en día, modificamos bacterias para que produzcan medicamentos, fabriquen biocombustibles y acaben con los parásitos. Ahora, todos estos microorganismos están siendo tratados científicamente con la nanotecnología.

Pero el momento único, más notable y definitivo de los últimos 500 años, ocurrió a las 5.30 de la mañana del 16 de julio de 1945, cuando hombres de ciencia   estadounidenses, bajo la dirección del científico nuclear Robert Oppenheimer, detonaron la primera bomba atómica en Álamo Gordo, New México. “A partir de aquel momento, la humanidad tuvo, no solo, la capacidad de cambiar el rumbo de la historia, sino de ponerle fin”.

Al ver esta explosión, el físico nuclear citó, el Bhagavad Gita, “Ahora me he convertido en la muerte, la destructora del mundo”.

Ese proceso histórico que nos lleva a Álamo Gordo y a la Luna, es lo que podríamos definir como el gran inicio de la revolución científica.

Se trata de una revolución, porque hasta hace 1500 años D.C, los humanos dudaban de su capacidad para obtener poderes médicos, militares y económicos.

Los gobernantes premodernos daban dinero solamente a sacerdotes, filósofos y poetas, para mantener la esperanza de que legitimaran su gobierno y mantuvieran el orden social.

Pero llegó el momento en que aparecieron gobiernos mecenas, los cuales empezaron a invertir en ciencia, tecnología e investigación, sin ellos no hubiésemos podido, pisar la luna, modificar microorganismos o dividir el átomo.

Los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia, han destinado en las últimas décadas, miles de millones de dólares al estudio de la física nuclear y es gracias a estas investigaciones, que han hecho posible la construcción de plantas para  proporcionar energía barata a los pueblos y a las industrias que pagan impuestos.

Se conformaron alianzas entre ciencia, gobiernos y economía.

Debemos tener en cuenta que una teoría científica no la podemos considerar tampoco como una verdad final o absoluta, este método lo emplearon los nazis, cuando afirmaban que sus políticas raciales eran el resultado de hechos biológicos, con esta arbitraria lógica, generaron el famoso nacionalismo racial, peste letal, que propagaron como el virus, por el mundo, durante los siglos XIX y XX, causando guerras, opresión, muerte y genocidios.

En Estados Unidos una secta supremacista blanca, Ku Klus Klan, perpetró muchos de tales asesinatos, con el tiempo ese racismo se fue acrecentando y degeneró en vulgares estándares de belleza, destacando los atributos físicos de la raza blanca, (piel clara, pelo suave y liso, más una pequeña nariz respingona) identificándose como hermosos, mientras que los rasgos típicamente negros, (piel oscura, pelo negro y tupido, nariz achatada), los consideraban feos e inferiores. Todas estas ficciones de la imaginación, crueles y despiadadas, generadas además, por la dinámica racial norteamericana, no son más que el resultado de la más crasa ignorancia y van en contra de la evolución fenomenológica, biológica y científica del homo sapiens.

Abelardo Giraldo.

09/29/2021.