Texto de
Abelardo Giraldo López
Los americanos están aceptando sin reservas,
identidades americanas inventadas y afincadas en un palacio de ilusiones,
creadas por el actual presidente Donald Trump.
Se creó una compleja red de detalles, que
obligaban a la población de inmigrantes, a cuidar los pasaportes, los
documentos estatales de identidad, los carnets de conducir, los números de
seguridad social, los seguros médicos, las falsificaciones, los tratos, los
sobornos y ante lo difícil que debió resultar todo, ante la furia y quizás el
miedo, que impulsaba todo aquel plan magnífico, complejo y ridículo, empezó el
caos para la nación más importante de la tierra.
Los políticos actuales han hecho del hombre
una paradoja que ha pagado caro, por tantos sufrimientos, en un mundo que ya es
inadmisible.
Cuando piensas detenidamente en el hombre,
acerca de su condición particular en el mundo, te entra una infinita amargura,
es muy difícil superar la ausencia de esperanza que genera el sufrimiento.
Esas familias elitistas embadurnadas de
corrupción y falta de carácter, son el origen de todas nuestras
insatisfacciones.
Las expresiones que anteriormente
pronunciaran Gaitán o Galán y hoy, nuestro actual presidente, nos hacen
percibir determinadas vibraciones, las tonalidades acariciadoras de sus
discursos, las miradas envolventes del pueblo que los sigue, traslucen matices
en los estados del alma, todo lo que encontramos como irresistible y
fascinante, hoy, lo ha venido destruyendo el hedor a la maldad de políticos
ultraderechistas, que de pronto aparecen con legados mentirosos,
irremediablemente mediocres, desoladoramente vulgares, insignificantes hasta la
exasperación, poseedores de una lastimera inexpresividad y de una insipidez
fría y hueca.
Esa situación la estamos viviendo en Colombia
bajo una vulgar oposición que no quiere dejar gobernar a favor del pueblo.
Aquí hubo anteriores gobiernos, que han
ejercido algo parecido a la época de los 12 césares, incesto, matricidios,
envenenamientos, bebés muertos, corrupción y un olor a hediondez por todas
partes. Jamás podremos olvidar el episodio del caballo de Calígula, el
matricidio de Nerón, el incendio de Roma, durante el reinado del imperio
romano, como tampoco lo haríamos, olvidando los asesinatos, las masacres y los
falsos positivos, perpetrados de forma bárbara, en nuestro amado y querido
país.
Cuando no encontramos luz afuera, tenemos al
pueblo para encender las extinguidas hogueras de nuestro ser y convertir en
luz, las inmensas tinieblas de nuestro abismo.
Ocho senadores entre ellas 2 pastoras
religiosas, hundieron la reforma laboral y presumiblemente lo harán también con
la reforma a la salud, a las dos, les digo lo que opinaba un religioso en la
antigüedad: “los molinos de dios, muelen despacio, pero muelen excepcionalmente
fino” y a los otros les digo que, “la
historia es el tribunal ante el que todos los hombres, incluyendo emperadores y
reyes, deberán comparecer al final”.
Cuando una comisión del Senado archiva de
forma arbitraria unas reformas, sin
siquiera leerlas o discutirlas y propuestas por el ejecutivo a favor del
pueblo, como la reforma laboral y la de la Salud, es a ese mismo pueblo, como
constituyente primario, quien debe tomar acciones, porque se está perdiendo el
estado de derecho y por consiguiente, se está lesionando profundamente la
democracia.
El Senado colombiano, está tomando decisiones
que favorecen solamente intereses particulares o de grupos de poder, en lugar
del bien común. Actúan con falta de transparencia, corrupción y abuso de poder,
porque ni siquiera discuten las propuestas. Ignoran las necesidades y demandas
de la población, especialmente de los sectores más vulnerables promoviendo
leyes y políticas que restringen derechos fundamentales, afectando
negativamente a las mayorías.
Se trata de derechos tan simples, como, que
el recargo nocturno, empiece a las seis de la tarde y no a las diez de lo
noche, que se les pague el incremento por dominicales y festivos, que tengan
derecho a sus prestaciones sociales y se le dé fin, a esos contratos
temporales, los cuales se han venido convirtiendo, como un medio de explotación
esclavista. Son derechos reconocidos por la OIT (Organización Internacional del
Trabajo).
El archivo de estas reformas creó una fuerte
tensión social, que se hizo manifiesta a través de multitudinarias marchas, en las principales ciudades del
país. Muchos constitucionalistas, recomiendan que el pueblo colombiano, está
necesitando urgentemente, “una asamblea
nacional constituyente”.
Las élites viven tan equivocadas, opinando
que a las personas magníficas les esperan cosas magníficas y a la gente del
común, solo les esperan sus propios abismos.
Hace mucho rato, los corruptos de siempre
usan una telaraña de ardides, para robar al Estado, se trata de un intrincado
sistema de empresas, propiedad de otras empresas, en las cuales, sin embargo,
otras empresas, poseen un gran número de acciones.
Todo esto lo hacen utilizando intrigas
financieras y políticas, a través de las cuales no progresa ningún país, porque
todo termina en arcas individuales, personales o en paraísos fiscales.
El neoliberalismo, fue diseñado para esta
clase de personas, que también emplean guerras psicológicas, orientadas a
destruir desde adentro, la identidad de una nación, en los aspectos que la
dignifican, como sus valores éticos y morales. Borran de ella sus liderazgos,
sus tradiciones y costumbres, con el fin de acabar su voluntad de resistencia,
su necesidad y su capacidad de reacción.
Un famoso escritor Emile Cioran, expresaba, “Triste está mi alma en un mundo en que los
hombres viven para hacerse infelices los unos a los otros”.
Buscaremos a la mujer para paliar nuestra
soledad y a la música para hundirnos en ella, pero aun así, vemos que la vida
no es pura, sino infernal y mortificante.
No entiendo por qué, a muchas personas
siempre al principio tienen un dolor que mitigar, una herida que sanar o un
agujero para llenar, pero siempre al fin fracasan, el dolor es incurable, la
herida no sana y el vacío es persistente y melancólico. A estas personas les
digo, que el fuego interior, sea nuestra obsesión y podamos elevarnos con él,
como si tuviésemos alas. Con un deseo bestial, deberíamos devorar el tiempo,
para qué, a cada instante, la vida sea un principio, una cúspide y un
crepúsculo. La vida del hombre debe ser pura, como la música de Mozart.
La filosofía de la araña es hilar e hilar en
silencio y esperar que zumbe la mosca para comérsela, ¡qué ejemplo! Los
millonarios tienen el convencimiento de que, “el techo de un hombre es el piso
de otro”, que obscenidad.
Pero seamos optimistas, seguiremos el sueño
de Mandela, queremos una nación multicultural, con patriotismo, que conserve sus
tradiciones, principios y valores, su cultura, historia, educación,
emprendimiento, intelectuales, libres pensadores, que se respete la libertad de
expresión, sin noticias falsas en los medios de comunicación, propiedad de los
más poderosos, un país que marche en democracia y sea respetuoso de su
constitución, que tenga seguridad, familia, buenos modales, ingenio,
prosperidad individual, derechos humanos, derechos ciudadanos, justicia y
equidad, lo mismo que ley y orden justos. Sería un paraíso.
Esos que han adquirido riqueza por medio de
la corrupción, del robo al Estado o con el ejercicio de actividades ilegales,
son los que admiran y se postran ante los políticos de la tiranía, que, con la
violencia y la subestimación, los han gobernado por siempre, desde hace 200
años y no han dejado progresar al país.
Hoy la libertad de prensa es una arma de
doble filo, las corporaciones especuladoras, dueñas de los grandes medios de
comunicación, contratan periodistas, que solo son mensajeros, divulgadores de
noticias falsas, manipuladores, viciosos de un libreto, que no tienen opinión
propia y si la tienen, deben jugar con la doble moral; para trascender, deben
seguir el juego, cumplir con las instrucciones, ser fiel a sus amos, sus
patrocinadores, sus ídolos o sus dueños, venden su alma al diablo y tiran por
la borda sus principios, si es que alguna vez los tuvieron.
Pero hay otro tipo de periodistas, que
ejercen su oficio con un gran sentido de la responsabilidad, con principios,
ideas, con ética y moral, auténticos transmisores de la verdad, íntegros en sus
maneras de ser y de pensar, que además no se dejan sobornar.
A veces no sabemos que es más incomprensible,
si la nostalgia de los tontos o la muerte de los ridículos, aquellos que
siempre por la codicia, viven condicionados a destruir su propia vida, de
acuerdo como lo hagan, para entrar en la clasificación de, triunfadores o fracasados.
Nicolás Gómez
Dávila,
escritor y filósofo bogotano, expresó alguna vez, ”Colombia, no será nunca un
paraíso, pero quizás se pudiera evitar que siga aproximándose a una imitación
del infierno”.
Abelardo
Giraldo López.
11/04/2025.