Texto de Abelardo Giraldo López.
Un “no humano” entre las
personalidades más relevantes en ciencia del año 2023.
“Los robots son buenos en tareas que son
repetitivas o peligrosas y los humanos son buenos en tareas que requieren
pensamiento crítico y creatividad” Ken Golberg. Inventor e investigador
estadounidense.
“La inteligencia artificial es la ciencia
de hacer que las máquinas hagan cosas que requerirían inteligencia si las
hicieran los humanos” John Mac Carthy, informático estadounidense y
profesor de la Universidad de Stanford.
“Podemos ver que la máquina puede imitar de
alguna manera a la mente humana, aunque nunca sabremos hasta qué punto” Alan Turing. Matemático, informático,
teórico, criptógrafo, filósofo y biólogo teórico británico.
Entendemos por IA, a una inteligencia
sobrehumana, que se inició con el primer bots conversacional de la historia,
llamado ELIZA, inventado en 1966 por Joseph Weizenbaun. Profesor de informática
de la universidad de Massachusetts.
ELIZA, conversaba por escrito con su
interlocutor e intentaba dar la impresión que comprendía sus problemas e
inquietudes.
La IA aprende a detectar patrones que para
nosotros son imperceptibles. Durante el procesamiento de imágenes, las redes
neuronales logran ver cosas que el ojo humano no percibe, porque tienen
ventajas significativas en términos de memoria, representación
multidimensional, procesamiento simultáneo y adaptación.
En la IA las máquinas tienen todo lo que
necesitan para aventajarnos, ven cosas que nosotros no podemos ver, nos superan
ampliamente en la capacidad de identificar entre millones de características, cuáles
son las más eficientes para resolver un problema y cuales las irrelevantes, las
que conviene ignorar. Eso es exactamente en lo que las IA, son excelsas.
Tienen un gran dominio sobre humano en
términos de precisión, velocidad y alcance.
Nuestro oído lo tenemos adaptado a escuchar
sonidos con frecuencia entre 20 a 20.000 Hz, mientras que las máquinas están
por encima de eso, pueden oír cosas que nosotros no percibimos.
Las IA, pueden aprender y alcanzar niveles
superlativos sin requerir de la intervención de la habilidad humana.
Una de las tecnologías modernas de la IA, va
a ser la computación cuántica.
Definición de programa: Un programa es una serie de instrucciones
en las que se le indica paso a paso a la máquina lo que tiene que hacer la red
neuronal de la IA, descubre atributos o representaciones intermedias que le
permite aprender a realizar la tarea.
Algunas IA, empiezan a estudiarse a sí
mismas, son neurocientíficas artificiales, que indagan sobre sus propias
representaciones para entender cómo funciona “su mente” y “su cerebro”.
No olvidemos el principio filosófico, de que “el discípulo puede superar
al maestro”.
La IA, puede llegar a procesar cosas que ni
siquiera hubiésemos imaginado.
El robot ALFAGO, se entrenó estudiando
millones de partidas en el ajedrez y ni Garri Kimovich Kasparov, campeón
mundial de ajedrez, pudo ganarle a esa máquina.
Existen dos robots de estos, ALFAGO y ALFA-O,
el primero aprendió observando el comportamiento humano y el segundo aprendió
solo jugando contra él mismo.
En la década de 1980, el informático
austríaco Hanz Moraver, observó que para las máquinas es más difícil aprender
algunas tareas aparentemente simples que otras mucho más complejas.
Nos iremos acostumbrando a incubarnos en las
IA, porque ya hablan con nosotros, hacen resúmenes, dan consejos y juegan.
Conversar con la máquina de IA, se denomina
hoy CHATGPT y dentro de poco tiempo será para nosotros la mejor escritora, la
mejor matemática, la mejor artista, la mejor compañera de viaje, es decir, la
gran variedad de tareas que le pediremos, los irá a resolver maravillosamente
bien.
Es importante pensar en los CHATGPT, a quien
va dirigido lo que le estamos pidiendo, “Queremos un texto para un niño de 10
años, para un físico cuántico o para la maestra de nuestros hijos. También
requeriremos el registro formal o protocolario adecuado para un embajador del
estado o la calidez y cercanía para dirigirse a un amigo.
El CHATGPT de la IA, no se cansa, cuando
termina de contestar una consulta, está lista para la otra, le ocurre lo mismo
que a una impresora, le da lo mismo imprimir un monigote que un dibujo serio y
sofisticado, gasta el mismo tiempo y al hacer una impresión, queda lista para
seguir imprimiendo. Venimos desde ELIZA, hasta el contemporáneo CHATGPT.
No es casual que algunas de las grandes
empresas de contenido, estén vinculadas a pecados capitales: NEFLIX, explota la
pereza, TWITTER la ira, INSTAGRAN la vanidad, LINKEDIN la codicia, AMAZON la
gula, PINTEREST la envidia, PORN HUB la lujuria, etc. Vamos exacerbando el
consumismo, no dormimos lo suficiente o no encontramos los momentos para leer o
hacer ejercicio.
En la IA, las máquinas llegarán a conocernos
mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos.
AMAZON con la IA, posee un ejército de
inteligencias artificiales que producen un enorme repertorio de obras, en ese
escenario encontrar la composición valiosa entre los miles de libros impresos
de manera mecánica, puede volverse un desafío imposible. En esta escala masiva
de producción, entra en escena la dificultad de delimitar la frontera entre la
autoría y el plagio.
La IA, generadora de imágenes, ha aprendido
de enormes volúmenes de datos, de creaciones humanas previas.
Cuando le pedimos una creación lo hace en
función de lo aprendido de antecesores como Pablo Picasso o Miguel Ángel, para
muchos es un simple plagio, otros cuestionan esa idea, porque casi toda la
historia del arte se apoya en reversionar lo que ya hizo alguien antes. No hay
un solo artista que no hubiese creado en base al legado de sus predecesores.
Esto ocurre en la narrativa, en la cerámica y en la música clásica.
Esta zona ambivalente entre la inspiración y
el plagio que se ven en las obras de Orson Welles, sobre la autoría y la
falsedad, se vuelve más evidente con la IA.
La IA, va a movilizar indefectiblemente
muchos de los pilares de nuestra sociedad como el trabajo, la educación, la
salud y la política. Es imposible predecir de manera detallada, como tales
dimensiones pueden transformarse y con ellas nuestra vida y nuestro mundo.
No sabemos exactamente, cual es el impacto
que pueda tener la tecnología sobre la sociedad, “la presión ejercida por
la pandemia, fue transitoria, en cambio la inteligencia artificial, llegó para
quedarse”.
En un mundo que cambia cada día, ¿En qué
deberíamos prepararnos para los oficios del futuro?, ¿Cuáles serían esos
oficios?
Para entender un poco a donde nos llevará la
IA, debemos saber un poco de robótica, biotecnología, neurociencia y
nanotecnología.
Encontramos que todavía existen las aulas,
donde un profesor imparte conocimiento frente a 30 o 40 alumnos, encontramos
resistencia al cambio y esto obedece al mero deseo de sostener tradiciones.
Hasta hace algunas décadas, estaba prohibido escribir con bolígrafo, se forzaba
el uso de la pluma estilográfica como heredera del dispositivo anterior, la
pluma y el tintero. Hoy la letra manuscrita está obsoleta como la pluma
estilográfica, hoy existen los teclados. ¡porque deberían los niños
aprender la letra cursiva manuscrita, si disponen de teclado en sus
dispositivos?
El futuro ofrece opciones fascinantes de
cooperación entre humanos y máquinas.
El camino, estará plagado de objeciones y
resistencias, como ha sucedido con la irrupción de todas las tecnologías.
“Sócrates fue un crítico de la escritura y un gran defensor de la oralidad”
El filósofo que no escribió ninguno de sus
textos en su diálogo con Fedro, decía de la escritura, “Es olvido lo que
producirán en las almas al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo
escrito, llegarán al recuerdo desde fuera a través de caracteres ajenos, no
desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos, no es pues un fármaco de la
memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio.
Pasará lo mismo con el resto de las
tecnologías, veremos una existencia de perezosos sedentarios, no creativos, que
usarán la IA, para llegar a lugares nuevos. Un primer camino, será aprovechar
la gran capacidad de la IA, de producir material, podremos así chatear con
personajes históricos como el propio Einstein, dando una clase para niños de 10
años sobre la teoría de la relatividad, nos nutriremos de toda la información
disponible sobre un personaje y su época, nos vincularemos con su historia de
una forma mucho más rica y cercana. ¿Cuánto aprenderíamos de la revolución
francesa, si pudiéramos hablar con Robespierre?
Volvamos a otro tema, ¿Qué sentido tiene
estar hablando de IA, cuando en muchas escuelas falta el agua, la calefacción o
se cae la mampostería de los techos?, ¿hablamos de tecnología, cuando existe
una tremenda desigualdad y una brecha digital enorme?
Entendemos, que un terremoto hace más daño en
un país del Caribe que en Japón, por un lado, porque en el país del primer
mundo están preparados para resistir mejor las sacudidas de una catástrofe
natural y así minimizar los daños. Por otro lado, la precariedad de muchas
áreas como la frágil salud pública o la endeble red de carreteras amplifica los
destrozos y dificulta las tareas de lidiar con las consecuencias posteriores.
A pesar de los déficits de infraestructura y
otros problemas que ya tiene la educación de los países en vías de desarrollo,
la IA, llegará a las escuelas muy pronto.
Una vez, Henry Ford, dueño de la
automovilística le dijo al jefe de su sindicato de empleados Walter Reuter, en
los albores de la industria estadounidense, FORD, mostrándole con orgullo una
máquina ensambladora de carros le dijo “Como harás para que estos robots,
paguen las cuotas del sindicato?, REUTERS, le contestó con sarcasmo, “Y tú como
harás para que los robots humanos, compren tus coches? Esto se refleja en la
actualidad, la automatización puede aumentar la eficiencia y la creatividad
pero también amenaza las bases mismas del sistema, que depende de la capacidad
de consumo por parte de la sociedad.
En el siglo XIX, el 80% de las personas
trabajaban en la producción de alimentos porque la productividad era muy baja y
si no se asignaban con todos los recursos a esta tarea, no alcanzaba la comida.
Gracias al avance tecnológico del siglo XX, la agricultura experimentó cambios
enormes, aparecieron las máquinas sembradoras y cosechadoras, se multiplicó el
uso de fertilizantes y herbicidas, esto hizo aumentar el rendimiento económico
de la sociedad, el resultado a nivel empleo fue demoledor. En la actualidad
solo el 1% de la humanidad trabaja en la producción de alimentos, esto se
repitió en muchas áreas, surgieron actividades laborales nuevas, mejores que
las anteriores.
Hasta ahora el avance tecnológico ha
establecido una dirección bastante clara en la automatización del trabajo,
utilizar menos la fuerza y más la capacidad intelectual hacia tareas menos
repetitivas y más creativas. Hasta hace muy poco tiempo, la recomendación más
habitual para alguien que quisiera elegir una profesión con futuro, era
estudiar programación, pero repentinamente con la llegada de la IA, este
trabajo que era uno de los más prometedores pasa a ser uno de los más
amenazados.
El brillante científico informático Stephen
Wolfram, lo resume así, “Hace 60 años este oficio no existía, luego se
volvió el más demandado y era el que evidentemente tenía más futuro, pues tuvo
tanto éxito que decretó su propia sentencia de muerte, los programadores serán
reemplazados por los programas que ellos mismos crearon”
Hoy en día, los programas podrán pronto
escribir novelas, redactar leyes, diseñar empresas, organizar viajes y
probablemente sean buenos terapeutas. “Si los ordenadores nos superan en
nuestros aspectos más humanos” ¿Qué espacio laboral queda entonces para
nosotros en el futuro?
Desde los griegos hasta el presente hemos
estado buscando tecnologías que resuelvan las tareas cotidianas, para poder
dedicarnos a la virtud a cuidar de nuestra familia, la música, el deporte o el
cultivo de la amistad.
Aristóteles, reflexionaba sobre esto en su
tratado “política”, el analizó lo complejo de administrar La
Polis, en el siglo IV antes de Cristo, expresaba: “Si cada
instrumento pudiese en virtud de una orden recibida o si se quiere adivinada,
trabajar por sí misma, como las estatuas de Dédalo o las Trípodes de Vulcano
que iban solas a las reuniones de los dioses, si las lanzaderas tejiesen por sí
mismas, y el arco tocase sólo, la citara, los empresarios prescindirían de los
operarios y los Señores de los esclavos”.
Descubrimos que el trabajo ha resuelto hasta
el momento, el problema de, “La página en blanco de la humanidad, dándole un
propósito estable a la existencia. Ese sentido existencial amenaza ahora en
pasar a ser, de golpe, un enorme vacío, por lo tanto, el impacto de la IA, en
el mundo del trabajo, no solo se dará en términos de equilibrio económico, sino
que pegará en lo más hondo de la humanidad en un sentido ontológico.
La tecnología nos espabila y hace que nos
hagamos la pregunta más profundamente humana, “para que estamos aquí y
que venimos a hacer” ¡que presente queremos vivir o qué futuro estamos
construyendo?
Muchos científicos futuristas han llegado a
la conclusión, que importa más el desafío, que el resultado final, que
valoramos más, el camino recorrido que el punto de llegada.
Un aspecto prometedor es el de tareas que
involucre empatía y conexión con otros, como ya nos mostró hace décadas ELIZA,
no es difícil para una máquina parecer empática, pero en algunas ocasiones,
como puede ser el cuidado de los bebés, la atención médica, la educación y
todas aquellas tareas artísticas que se basan en la integración con otras
personas, seguramente, que desearíamos que además de la IA, hubiese un humano
involucrado.
Probablemente, esta sea un área de
resistencia, siempre quedarán quienes sigan prefiriendo sobre todas las cosas,
la empatía entre seres humanos.
La IA, nos trae el peligro de que
desaparezcan oficios y profesiones, además como mantendríamos el acceso al
consumo, si una amplia franja de la población queda estructuralmente
desempleada, lo que el escritor Yuhal Noah Harari define “seríamos una clase
irrelevante”.
Hace ya muchos años, economistas, ONG,
políticos y gobiernos de todos los rincones del planeta, han estado debatiendo
la idea de crear, un ingreso básico universal, esto es, entregar a cada
persona mensualmente, una suma de dinero que cubra como mínimo, las necesidades
fundamentales para vivir, esto puede parecerle absurdo a muchos, pero es muy
posible que en un futuro, con una parte sustancial del trabajo delegado a la
IA, esta forma de distribución económica, resulte vital para la supervivencia
del sistema, quizá ya no se pueda garantizar el trabajo como un derecho humano,
pero sí el acceso a los bienes mínimos para una vida digna en razón a que
seremos una sociedad irrelevante.
El filósofo Voltaire, dijo una ocasión “El
trabajo resuelve tres grandes males, la necesidad, el aburrimiento y el
vicio, quizá podremos resolver la necesidad a través de las políticas como el
ingreso universal, pero, ¿Cómo resolvemos los otros dos males, el
aburrimiento y el vicio? ¿Qué haríamos de nuestros días, si trabajar, ya no
solo fuera necesario, sino que fuera imposible?
Hoy en día cualquier teléfono inteligente
contiene más información que la antigua biblioteca de Alejandría y permite a su
propietario entrar en contacto momentáneo con millones de personas en todo el
mundo, pero con toda la información que circula a velocidades impresionantes,
la humanidad se encuentra más cerca que nunca de la aniquilación.
A pesar de la acumulación de datos, seguimos
arrojando a la atmósfera gases de efecto invernadero, contaminamos ríos y mares,
talamos bosques, destruimos hábitats enteros, condenamos a innumerables
especies a la extinción y ponemos en peligro los cimientos ecológicos de
nuestra especie. También producimos armas de destrucción masiva cada vez más
poderosas, desde bombas termonucleares hasta virus que puedan suponer la total
aniquilación de la humanidad.
Nuestros líderes carecen de información
acerca de estos peligros, pero en lugar de colaborar en la búsqueda de
soluciones, se acercan cada vez más a una guerra global. Numerosas empresas y
gobiernos se hallan inmersos en una carrera por desarrollar la tecnología de la
información más poderosa de la historia, la inteligencia artificial (IA).
El inversor estadounidense Marc Andressen,
cree que la IA, acabará por resolver todos los problemas de la humanidad, el 6
de junio de 2023, este Señor escribió un ensayo llamado “Porque la IA, salvará
al mundo” que salpicó de afirmaciones tan atrevidas como “Estoy aquí para
dar a conocer una buena noticia, “La IA no destruirá al mundo y de hecho puede
salvarlo” o “La IA puede mejorar todo aquello que nos importa”.
Otros más escépticos como filósofos,
científicos sociales y expertos en IA, como Elon Musk, Mustafá Suleyman, Yoshua
Bengio, Geoffrey Hilton, Sam Altman, han advertido al mundo sobre como la IA,
puede destruir nuestra civilización y que el “avance sin restricciones de la
IA, podría culminar en una reducción de la vida y de la biósfera a gran escala,
así como en la marginación o incluso en la extinción de la humanidad”.
Aunque no todos podemos ser expertos en la
IA, si hemos de tener presente que es la primera tecnología de la historia que
puede tomar decisiones y generar nuevas ideas por sí misma
Los cuchillos y las bombas no deciden por sí
mismos a quien matar, son instrumentos sin criterio que carecen de la
inteligencia necesaria para procesar información y tomar decisiones
independientes, en cambio la IA, puede procesar información por sí sola y por
tanto sustituir a los humanos en la toma de decisiones. La IA no es una
herramienta, es un agente.
La IA ya es capaz de producir arte y de
efectuar descubrimientos científicos por su cuenta. Es probable que en las
próximas décadas adquiera incluso la capacidad de crear nuevas formas de vida,
ya sea a través de la escritura de código genético o de la invención de un
código inorgánico que anime entes inorgánicos. Estamos poniendo en riesgo más
que vidas humanas, la IA puede alterar no solo el curso de la historia de
nuestra especie, sino de la evolución de todos los seres vivos.
Muchos de los supuestos que, en 2016, sonaban
a ciencia ficción como algoritmos capaces de crear arte haciéndose pasar por
seres humanos, de tomar decisiones cruciales para nuestra vida y de saber más
cosas sobre nosotros que nosotros mismos, son realidades con las que convivimos
en el 2024. Otras muchas cosas han cambiado desde 2016, la crisis ecológica se
ha agudizado, las tensiones internacionales se han incrementado y una oleada
populista ha socavado incluso la cohesión de las democracias más sólidas.
El populismo también ha orquestado un desafío
radical para la idea ingenua de la información. Líderes populistas como Donald
Trump o Jair Bolsonaro, movimientos populistas como QAnon y teorías de la
conspiración han aducido que toda institución tradicional que ve reforzada su
autoridad bajo el argumento de recopilar información y descubrir la verdad,
simplemente está mintiendo. Burócratas, jueces, médicos, periodistas
convencionales y expertos académicos, forman parte de una camarilla de élite
que no tiene ningún interés por la verdad y que, de manera deliberada difunde
desinformación para obtener poder y privilegio a expensas del pueblo. El auge
de políticos como Trump y de movimientos como QAnon, se produce en un contexto
político específico, propio de los Estados Unidos, durante los últimos años de
la década de 2010, pero el populismo como una visión antisistema del mundo es
muy anterior a Trump y es relevante para otros muchos contextos históricos
actuales y futuros. En conclusión “el populismo considera la información y
la IA, como un arma”.
Bibliografía. Aproximaciones a la
inteligencia artificial de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis. La nueva
inteligencia y el contorno de lo humano.
Abelardo Giraldo López.
09/12/2024.