El origen de la
navidad se remonta a 2000 años a de C., cuando en lo que hoy es Irak, para
celebrar el final del invierno y la bienvenida del año nuevo, iniciaban cinco
días de procesiones, representaciones teatrales y el intercambio de toda clase
de regalos.
Durante los crudos
inviernos en Oriente, los campesinos encendían fogatas con la esperanza de
revivir los rayos del Sol y calentar un poco la tierra, decoraban las casas con
siemprevivas y pinos para que contrastaran con las adormecidas plantas.
A lo largo del mar
Báltico y Escandinavia, el festival de invierno se llamaba YULE, en honor a los
dioses ODIN o THOR, ardiendo también, grandes fogatas alrededor de las cuales
cantaban trovadores y relataban fabulosas leyendas, bebiendo ávidamente del
hidromiel que acostumbraban llevar en unos cuernos especiales que ellos usaban
para portar las bebidas.
LAS SATURNALES en el Imperio
Romano eran fiestas que duraban una semana y se celebraban a mediados de diciembre
en honor al solsticio de invierno que era cuando los días se hacían más largos,
las denominaban DIES NATALIS INVICTI SOLIS,
que quiere decir el nacimiento del sol invicto.
Durante las fiestas,
los romanos engalanaban sus casas con laureles, follajes e intercambiaban regalos,
el ejército gozaba de licencia, a los criminales se les conmutaban las penas y
los esclavos quedaban en libertad de decir o hacer lo que quisieran.
Los persas, encendían
fogatas en el solsticio de invierno, dando inicio a un festival, que era dedicado
a MITRA, Dios de la luz y guardián contra las fuerzas del mal, tradición que
fue extendida por Europa, hasta que rivalizó con la tradición cristiana.
No se conoce la fecha
exacta del nacimiento de Jesucristo, pero es seguro que vino al mundo,
terminando el reinado de Herodes el Grande, rey de Judea.
A mediados del siglo
IV, durante el imperio romano de Occidente, se adoptó el 25 de diciembre como
la EPIFANIA, fiesta que se iniciaba con LA NATIVIDAD y debía durar 12 días
hasta el 6 de enero.
EL ARBOL DE NAVIDAD.
La leyenda dice que hace muchísimos años, durante una helada noche de invierno,
un niño llamó a la puerta donde residían un leñador y su esposa, para que le
dieran posada, estos lo recibieron y le dieron de comer.
El niño para recompensar
la bondad, tomó una varita de pino y les pidió que la sembraran, prometiéndoles
que cada año daría frutos y así fue que aquel árbol dio manzanas doradas y peras de plata.
De aquí viene la
tradición, no existe forma más hermosa y
agradable de expresar la navidad, como
la que se demuestra con un pino iluminado, decorado con luces, esferas, nieve
natural o artificial y coronado con una
gran estrella.
Abelardo
Giraldo 12/20/14.