Como respuesta a los horrores cometidos en la segunda
guerra mundial, la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó y proclamó, la declaración
universal de los derechos humanos, el 10 de diciembre de 1948, el cual
podríamos considerarlo como el antecedente más cercano.
Pero si nos remontamos, a la antigüedad, el primer documento que se relacionó con los derechos
humanos, fue El Cilindro de Ciro, que contiene una declaración del rey persa
Ciro El Grande, tras la conquista de
Babilonia en el 539 a de C., el cual fue descubierto en 1879 y la ONU, lo
tradujo en 1971 a, todos los idiomas oficiales.
Tomas Jefferson, también influyó en la
elaboración de los Derechos Humanos, que
contiene la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, publicada el 4
de julio de 1776 y que se impuso a las otras colonias de América del Norte,
después fue tenida en cuenta por la Asamblea Nacional Francesa en su declaración de los derechos del hombre en
1789.
Entre los puntos más importantes sobre este tema,
figuran: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad
de su persona. Nadie podrá ser sometido a esclavitud ni servidumbre. Ninguna
persona podrá ser sometida a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Todas las personas son iguales ante la ley. Nadie podrá ser
arbitrariamente detenido, preso, ni desterrado.
Todas las personas tienen el derecho de ser amparados
por los tribunales nacionales contra todo acto que viole sus derechos
fundamentales, reconocidos por la constitución y la ley.
Todo lo anterior se ve muy bonito si se cumplieran
estos preceptos, pero hoy en día, la
violencia, podríamos decir que se ha institucionalizado. Esta es una enfermedad
social, entendiéndola como el despliegue del poder sobre otra persona que está
en desventaja. El poder, el autoritarismo, la fuerza y la manifestación de
modelos inadecuados para la resolución de los conflictos. La baja tolerancia a
la frustración, la falta de control a los impulsos, imponiendo criterios
propios y anulando a sus semejantes y creyéndose poseedores de la verdad.
Existe la violencia psicológica, que comprende la
desvalorización, la intimidación, el desprecio y la humillación en público y
privado. Los que imponen cualquier tipo de violencia vienen de un entorno
familiar vertical y autoritario, otros vienen de roles de género
estereotipados, modelos de familia violentos y llenos de conflictos.
Estas causas de progresiva “involución” de la
sociedad, suceden por la desnaturalización del concepto de familia.
En la época de
la inquisición, a ninguno de los religiosos que ejercían de jueces, les interesaba descubrir a los culpables, su
misión predominante, era, torturar y quemar a los acusados.
Los jueces hoy, saben muy bien cómo transformar en
pánico, el miedo de sus víctimas, miran en forma mixta al acusado, la primera
se trata de una Hipócrita Indulgencia,
como queriendo decir: “No temas, estás en manos de una fraterna decisión, que
solo puede querer tu bien”, la segunda se trata de una Helada Ironía, como queriendo decir: “Todavía no sabes cuál es tu
bien, pero pronto te lo diré”.
Termina el juez, con una Implacable Severidad, sugiriendo, aquí, yo soy tu juez y me
perteneces”, puedo hacer contigo lo que yo quiera.
Esta actitud degradante existe en todos los casos y lo
llamamos intolerancia, las personas
de todos los niveles, han venido olvidando la justa importancia de lo que son,
los derechos humanos.
Abelardo Giraldo. 08/02/16.