
Desde hace más de 30 años y a raíz de la guerra fría, Estados Unidos y La Unión Soviética, han estado investigando sobre las armas electromagnéticas.
Surgieron el proyecto HAARP norteamericano y el SURA soviético.
Imaginemos a Tokio, New York, los Ángeles o cualquier ciudad latinoamericana como Bogotá, Brasilia o Buenos Aires, sin luz, sin agua, sin teléfonos, que sería de los Bancos, los cajeros electrónicos, los centros comerciales y que de los hospitales, en donde se tendrían que apagar las máquinas por falta del servicio de energía, que pasaría con los edificios a oscuras y sus elevadores parados y que del ciudadano común, cuando la estufa, la T.V., la nevera, la radio y el horno microondas dejasen de funcionar, esto sería el caos.
Pues se trata de una bomba oculta que se detona por encima de las nubes, fuera de la atmósfera terrestre, generando un PEM “pulso electro magnético”.
Es considerada como la mayor de las armas limpias porque no produce explosión ni víctimas, solo destruye los aparatos electrónicos y toda clase de medios de comunicación.
Cuando en el Colegio General Santander conjeturaban sobre este posible avance científico, porque ya se filtraban noticias relacionadas con esto, no podía creerlo y lo consideraba como pura ciencia ficción.
La HAARP, fue creada con tecnología del científico Nicolás Tesla a quien le debemos las patentes de corriente alterna, la radio, el radio control o control remoto, la electricidad inalámbrica y la torre Wordenclylfe. Que fue destruida por J.P. MORGAN, para que el mundo no tuviera energía libre.
Mientras esto ocurría en Norteamérica los rusos con su proyecto SURA, diseñaban láseres de alta potencia y rayos iónicos.
El proyecto HAARP, se dice que ha realizado 120 pruebas y el SURA soviético más de 300.
Ambos proyectos tienen la capacidad de producir terremotos.
El domingo 2 de abril de 1978, cuando la paz del mundo pendía de un hilo por la guerra fría, en una isla canadiense situada al oeste de los Estados Unidos, cayó del cielo una especie de rayo que arrasó con la ciudad de Bell Island, Terranova.
La tierra tembló y esta explosión generó un ruido ensordecedor que se escuchó a más de 20 Kilómetros de distancia, los televisores explotaron, los fusibles saltaron, bolas de fuego demolieron las casas del pueblo y muchos de los animales murieron.
Ese día los satélites registraron emisiones de luz equivalentes a la explosión de una bomba de 10 megatones, muchísimo más potente que la generada por la bomba lanzada sobre Hiroshima.
La policía militar canadiense abrió una investigación, algunos llegaron a considerar que se trató de una poderosa llamarada solar, otra hipótesis que circuló fue sobre unos mensajes electromagnéticos que habían sido enviados por la URSS a Cuba, los cuales fueron atraídos por las enormes minas de hierro que tiene la región bajo sus costas marinas, pero sus habitantes “los isleños” creen estar seguros, que se trató de un experimento militar fallido.
Llegaron primero dos científicos de Nuevo México, más concretamente del ALAMOS NATIONAL LABORATORY, quienes se dedicaron inicialmente a investigar lo sucedido.
Después arribaron militares soviéticos acompañados por personal militar norteamericano y Canadiense, de quienes la población asegura que eran tremendamente reservados y no hablaban con la prensa, dedicándose solamente a recoger muestras y a tomar apuntes.
Lo más sorprendente es que esto ocurría en plena guerra fría y Estados Unidos y Rusia, estaban desarrollando armas electromagnéticas, como una nueva forma de hacer la guerra, “LA GUERRA SILENCIOSA”.
Haciendo un poco de historia, encontramos que las guerras empezaron con la pólvora, luego, barcos con cañones, surgieron las fuerzas aéreas, el uso de explosivos y por último la guerra nuclear con la que se dio fin a la segunda guerra mundial.
Después vino el Napalm que se usó en Vietnam, las bombas inteligentes en el Golfo Pérsico y por el momento se está trabajando en las armas electromagnéticas y los drones.
Todo esto se vino a conocer en el año de 1977, cuando el New York Times nos habló por primera vez de las bombas inteligentes, de los misiles guiados por satélites, de aviones no tripulados, ”drones” y el uso de ondas electromagnéticas en forma de energía dirigida.
Tratándose este último, de un armamento fuertemente destructivo, capaz de aniquilar misiles enemigos en el cielo, dejar ciegos o quemar la piel a los soldados en los campos de batalla y destruir toda la electricidad de una ciudad en cuestión de segundos.
Algunos aseguran que cuando se desarrollaba el proyecto Manhattan sobre la fabricación de la bomba atómica, ya se pensaba en la energía electromagnética.
Esta tecnología también la tienen Noruega, Rusia y Japón.
El proyecto HAARP, se hizo con la finalidad de proteger a los Estados Unidos y Canadá o sea crear un escudo antimisiles que los defendería de los hipotéticos misiles enemigos.
Paralelo a este programa, está la energía láser, que no es más que un hilo permanente de radiación con intensidad suficiente para causar varios daños, este ejerce la misma función de un microondas en la cocina, puede calentar la piel con mucha rapidez.
En 1970 Estados Unidos firmó un tratado con la URSS y 60 países más, comprometiéndose a no usar la geofísica como arma de guerra o emplearla solo dentro de los límites territoriales de la nación.
Resulta que con esta tecnología se puede calentar la IONOSFERA y convertir el clima en un letal enemigo, generando inundaciones, tornados y todo tipo de catástrofes.
China e India, acaban de vincularse al Club de la tecnología Láser.
De lo que si debemos estar seguros es de que las potencias continuarán perfeccionando armas, pero lo que se desconoce, son los efectos secundarios que estas puedan ocasionar.
Abelardo Giraldo. 02/13/13.