La semana pasada tras una reunión llevada a cabo en
Cuba, por los máximos dirigentes guerrilleros de las FARC y el ELN, Timochenko y
Gabino, acordaron incluir dentro del proceso de paz a esta última organización
armada.
A pesar de que la reunión tuvo lugar a espaldas del pueblo
colombiano, pero bajo la tutela, el consentimiento y autorización del
presidente Juan Manuel Santos, hubo
entre ellos, algunas diferencias de carácter temático o metodológico.
El desescalamiento del conflicto continuará y el plan
es no levantarse de la mesa a pesar de los imposibles requerimientos por parte
del ELN, los cuales manifiestan su voluntad de formar parte del proceso de paz,
pero no habrá dejación de armas, hasta que no vean a nuestro país libre de los
que ellos consideran los déspotas que siempre nos han gobernado y exista una
verdadera igualdad social, política y económica.
Las FARC, expresan estar listos para combatir el
narcotráfico, pero los colombianos se preguntan, como lo harán si el 85% de los
281 municipios que ellos controlan, cultivan la coca.
Otra situación que habrá que solucionar en el post-conflicto es, que van a hacer con
aquellas regiones en donde operan las FARC, el ELN y las BACRIM.
Se va a necesitar la redacción de una constitución o carta
magna, con un texto que subvertirá tremendamente las instituciones que
conforman nuestra frágil democracia y con un preámbulo que no será más que pura
cursilería nacionalista.
Lo que no queremos los colombianos es que no se
acreciente más esa aberrante corrupción y que tampoco la miseria aumente más de
lo que está, al contrario, hay que diezmarla.
Comprendemos, que nuestro país es un hervidero de odios y desconfianzas ancestrales, no
entendemos como, en un país tan hermoso, existan grupos políticos que hubiesen
sido capaz de producir tantos conflictos, tantas guerras, tantos escándalos por
corrupción, tantos contrastes y tantas muertes, que han llegado incluso a
sepultar nuestras esperanzas.
Pero tenemos pendiente el proceso de paz, el cual
tiene un costo muy grande en términos de justicia, de verdad, de perdón, de
reparación y de olvido y hay que pagarlo como sea, una expresión publicada por Alfredo Rangel Suarez, economista y
politólogo colombiano, autor de varios libros decía citando a Walter Benjamin,” La justicia no
necesariamente entraña lo justo, también es lo necesario, cuando lo justo no es posible”.
Tampoco deseamos que Colombia llegue a ser como la
Venezuela de Maduro, de quien el escritor sociopolítico Jorge Volpi, en su obra El
Insomnio de Bolívar se refiere así: “Este presidente venezolano no se cansa
de citar en toda intervención pública a Bolívar, lo cita a diestra y siniestra,
pero no duda en enfrentarse a las naciones latinoamericanas que se apartan de
su radicalismo, alaba sin cesar a los pobres y a los desheredados, pero no
vacila en transar con los empresarios que se ajusten a sus caprichos
dictatoriales.”
Lo que más desconfianza asalta a los colombianos es
que en el post- conflicto, surja un cuarto escenario criminal conformado por
los desmovilizados como ocurrió con las autodefensas AUC, muchos de los cuales integran las bandas
criminales o BACRIM, que se autodenominan bajo el apelativo de Urabeños
y Rastrojos.
Es decir, se desmovilizaron las estructuras militares
pero quedaron intactas sus estructuras criminales y mafiosas, encargadas de
mantener el negocio del narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión.
Todos los días se hace público en los diarios del
país, esa escandalosa relación entre la clase política y las bandas criminales, es por esa razón que
concejales, representantes o senadores deciden, “que se debe legislar y que no”.
Sevillanos de Blanco, en su blog, acaba
de compartir un artículo de El Espectador,
en el que el Señor León Valencia, director de Paz y Reconciliación, denuncia que
nuevamente, siniestros personajes de la política con un sombrío pasado o negros
antecedentes, tienen grandes posibilidades de llegar al poder en las próximas
elecciones.
Nombra entre ellos, a Luis Pérez, que aspira a la gobernación de Antioquia, a Julián Rendón, juzgado por parapolítica,
a Dilian Francisca Toro, la cual ha
sido cuestionada por lavado de activos y es requerida como representante, por
la mafia del Valle del Cauca, en la Guajira está Kiko Gómez, en Sucre espera ser elegido el socio de la gata Yahir Acuña, en Meta y
Casanare los candidatos están cuestionados por corrupción y parapolítica
y así sucesivamente en muchas otras regiones, en donde, no nos explicamos,
porqué la gente sigue votando por ellos.
Lo cierto es que entre la riqueza y la miseria es
donde se instalan narcotraficantes, gatilleros, proxenetas y pederastas, como los grandes villanos del
nuevo siglo.
Por| Abelardo Giraldo
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