El delito de trata de
personas es conocido además como la esclavitud moderna, es un delito que violenta la dignidad, la integridad y la
libertad.
Según la ONU, 21
millones de personas en el mundo están siendo víctimas de la trata de personas.
Es un fenómeno muy antiguo, comenzó a reconocerse a finales del siglo XIX e
inicios del siglo XX, con el concepto de “trata de blancas”, término que, se empleaba para hacer referencia al tráfico
de mujeres americanas y europeas con el objeto de explotarlas sexualmente. Es
importante resaltar que la trata hoy, no solo se refiere a la explotación
sexual, sino laboral y tráfico de órganos.
El 30% de las víctimas
de la trata, son niños y el 70% mujeres y niñas, según informa la oficina de
las naciones unidas, contra la droga y el delito.
Los gobiernos de los
Estados han encontrado muy difícil controlar esto, pues solamente se han
dedicado a controlar las fronteras.
La pobreza, la
corrupción, la mala administración pública, permite que la criminalidad actúe
con impunidad y las personas terminan vulnerables para ser explotadas.
Las bandas criminales
emplean primero la captación y empiezan por ofrecerle a la víctima un trabajo
muy bien remunerado, luego les facilitan el transporte y la instalación, allí es cuando empieza la intimidación y el
engaño. Las víctimas adquieren una deuda y son coaccionadas a la prostitución o
a la explotación laboral.
Se emplean estas
personas en trabajos o prácticas similares a la esclavitud, como la mendicidad,
venta de drogas o tráfico de órganos.
Es muy común en
nuestros días, el crimen organizado está utilizando el tráfico ilegal de
inmigrantes de naturaleza transnacional a violar el control de fronteras. Estos flujos migratorios
son dirigidos por bandas criminales o carteles del narcotráfico.
En los centros de detención
de inmigrantes, muchas veces las víctimas no se dan cuenta de que han sido
traficadas, engañadas o llevadas a un desastroso final de sus vidas.
Violar, masacrar o
subestimar a otro ser humano es la más fina expresión diabólica.
Muchos predicadores de
la palabra de Dios, prestan su consentimiento a estas bandas criminales y
satisfacen los más ruines deseos, consiguiendo que las personas poseedoras de
una marcada ignorancia, se ubiquen en el mercado de Dios.
La trata no contribuye
en nada a la economía de un país, las personas esclavas ganan muy poquito
sueldo y no tienen capacidad de subsistir ni de educar a sus propios hijos, esto
afecta profundamente el desarrollo de una nación.
La trata de personas es
tan execrable como ruin, es un sistema que miente y donde a las personas se les
pone un valor “O”.
La pobreza, la
mendicidad, los ordenamientos jurídicos flexibles, hacen que para ese mercado
de explotación, exista un beneficio enorme.
Según las naciones
unidas, en el protocolo de Palermo y convenio de Varsovia, existe un profundo
interés en judicializar este delito.
Rogaremos que así sea.
Abelardo Giraldo. 04/20/19.