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Autoritarismo VS Democracia

Texto de Abelardo Giraldo López

En Colombia, los pequeños propietarios pasan hambre, ahogados entre los grandes latifundios y al no poder aguantar su competencia, contraen deudas para comprar insumos.

Con intereses de usura sobre los préstamos y basta con que caiga una helada, una granizada o una prolongada sequía, para que el pobre campesino no pueda pagar su deuda. Viene el embargo y entonces la tierra empieza a correr el riesgo de ser embargada y pasar a manos de su acreedor.

Son tiempos duros, no hay organizaciones que protejan a los débiles, no existe solidaridad entre los pobres, cada uno va por lo suyo y bastante tienen con eso.

El gobierno no es más que un cuadro de élites que dirigen la burocracia, los medios de comunicación son privados, los tribunales entienden muy bien su papel que consiste en defender a sus líderes políticos, por más deshonestos que sean, por más extendida que sea su corrupción y por más desastroso que sea su impacto en las instituciones y en la gente común y corriente.

A cambio, serán recompensados o promocionados Los más estrechos colaboradores del líder del partido, pueden llegar a hacerse muy ricos y obtener lucrativos contratos o puestos, en los consejos de administración de las empresas públicas, sin tener que competir por ellos. Es relativamente común, que las élites lo hagan, debido a la codicia cínica. Se ha comprobado históricamente que todo cínico es codicioso, una vez que han cubierto las más elementales necesidades, gastan el dinero que se han robado de las arcas del estado, construyendo grandes edificios, mega negocios, financian campañas electorales, ayudan económicamente a organizaciones terroristas favoritas, invierten en mercado de valores y siguen consiguiendo  todavía más dinero, para depositarlo por último, en paraísos fiscales.

Otros pueden contar con un salario público, además de protección, frente a eventuales acusaciones de corrupción o incompetencia, por muy mal que lo hagan, no perderán su trabajo.

Se trata de un estado al que han querido volver unipartidista y antiliberal, contratan incondicionales y despiden a profesionales con experiencia en la gestión de grandes empresas, los cuales son reemplazados por miembros del partido, junto a amigos y parientes.

Esto se podría llamar de muchas maneras, nepotismo, clientelismo estatal o corrupción.

Los ideólogos de derecha, nos tienen cansados con esas sombrías advertencias sobre la influencia del comunismo.

El anticomunismo pregonado por las ultraderechas, no son más que una forma normal de encubrir su hipocresía.

La presencia de intelectuales insatisfechos y descontentos, personas que sienten que las reglas no son justas y que las personas que ejercen influencia no son quienes deberían ejercerla, se ha convertido en un fenómeno, que se está registrando profundamente en la conciencia de los colombianos.

Por un lado, el desastre económico, la hambruna silenciada, encubierta y, por otro, los ataques al estado de derecho, al convertir las instituciones en entidades unipartidistas que siguen los dictámenes del partido de gobierno y una televisión privada que emite propaganda sesgada, embadurnada con descaradas mentiras y perniciosas noticias falsas.

Hay que reconocer con nostalgia, que en Colombia hubo un tiempo en que la vida era más placentera y más sencilla, pero también, era más peligrosa o quizás más injusta.

El daño, que los últimos gobiernos han infligido a nuestra sociedad actual por su falta de sensatez sigue siendo enorme y tan corrosivo, como el azote de las drogas, vemos decadencia por todas partes, en la política, en la salvaje oleada de crímenes y el concepto de mérito ha desaparecido de la vida pública.

Colombia, la han convertido en una republiqueta bananera, cuyas instituciones empiezan a desmoronarse y a carecer de valor.

Con gobiernos mediocres, nuestra forma de vida se deteriora, están llevando nuestro país a ser una nación muerta o moribunda, no es más que una nostalgia clásica, en la que está despertando, una tremenda efusión de desesperación cultural y social.

La antigua Colombia, por la que lucharon nuestros padres y abuelos, ha venido desapareciendo, la finca o la granja familiar, que mantenía la producción diversificada a pequeña escala, se encuentra hoy al borde de la extinción, porque las parcelas de los campesinos, están siendo absorbidas por insaciables terratenientes, que con sus ejércitos privados o paramilitares, les están arrebatando las tierras y los han ido desplazando, como en las más cruel de las épocas, cuando imperaba el feudalismo, durante los siglos V y VII de la Europa medieval.

Pero volveremos a tener grandeza, porque estamos pasando por momentos de gran fervor y conciencia nacional, como dijeran algunos pensadores europeos, “Se trata es de una gran nostalgia restauradora”.

Tenemos una última oportunidad de salvar el país y serán las próximas elecciones, pero se necesitaría urgentemente una veeduría internacional, porque los rapaces clanes políticos, están preparadísimos para cambiar los resultados electorales.

Al pueblo colombiano, se le está presentando una oportunidad única, para demostrar, que es posible una ruptura radical con el neoliberalismo y con las instituciones que lo apoyan.

Lo ideal sería para cada uno de nosotros, ser, “conservadores en cultura, liberales en economía y atlantistas en política exterior”, como lo expresara el escritor húngaro que le escribía los discursos a Margaret Thatcher, el Señor Jhon O’ Sullivan.

Se hace necesario, acabar con esos partidos cerrados y corruptos que hacen del unipartidismo, un mundo en que los amigos, la familia y los primos del gobernante, sean cada vez mas ricos, se ascienda o degrade a la gente, según la lealtad a su partido y que todos los demás, sean excluidos.

El grado de desigualdad y el nivel de vida, el dolor económico, la desbordada pobreza, han producido en nuestro país, que la gente se vea forzada a salir en protesta a la calle, persuadidos de la necesidad de asumir riesgos.

Los noticieros publican noticias locales de las más corrientes, pero el caso es que mezclan información normal con artículos y titulares extremadamente tendenciosos que luego difunden de manera sistemática para atacar la oposición.

Este sistema es exactamente el mismo que se emplea en Italia y Brasil durante los meses previos a la celebración de elecciones.

Una oradora, líder social en Francia de nombre Marión Marechal, pronunciando un discurso dividió el mundo en “nosotros” y “ellos” generando grandísimos aplausos, expresaba: “Nosotros intentamos conectar el pasado al futuro, la nación al mundo, la familia a la sociedad”. “Nosotros representamos el realismo, mientras que nuestros adversarios representan la ideología, nosotros encarnamos la memoria, mientras nuestros enemigos políticos, representan la amnesia”.

La naturaleza humana es imperfecta, por eso se requieren medidas especiales, para evitar que la democracia degenere en tiranía.

Ronald Reagan antes de su muerte también expresó algo importante, en torno a la constitución de los Estados Unidos, “Mientras recordemos nuestros principios constitucionales y creamos en nosotros mismos, el futuro siempre será nuestro”.

Para destruir una sociedad, primero hay que deslegitimar las instituciones fundamentales que es lo que están haciendo los gobiernos autoritarios de actualidad.

Los radicales de derecha son poseedores de una gran intolerancia intelectual y de un pensamiento grupal prepotente. No hay que olvidar el auge populista de Trump, cuando cambió el viejo estilo del dicho, “eso puede pasar aquí” por “Algo terrible y acuciante está pasando ahora y hay que pararlo”.

A nuestro país Colombia, lo han convertido en un país oscuro y de pesadilla, donde el idealismo ha muerto, donde la violencia es inminente, donde los políticos democráticamente elegidos no son mejores que los dictadores y asesinos en masa, de otros países, donde la élite se regodea con la decadencia, el caos y la muerte., donde hemos perdido la fe en los gobernantes, donde se persigue más a las víctimas que a los agresores y donde se han perdido los más antiguos valores de nuestra sociedad.

Los regímenes políticos vienen y van, pero los malos hábitos permanecen”. No hay ninguna victoria política permanente, nada garantiza la perdurabilidad, ninguna élite de ningún tipo, llámense populistas, liberales o autócratas, gobiernan para siempre. Si analizamos la historia del antiguo Egipto, los faraones fueron intercambiables, si los analizamos de cerca, veremos que hubo períodos culturalmente luminosos y épocas de despótica oscuridad.

En Europa, muchos países cansados del incumplimiento por parte de gobiernos de derecha e izquierda, se están adaptando a una corriente llamada “qualumpismo” que traducida al español la definiría como “cualquierismo”, que considera que todos los políticos sean de la corriente que sean, son unos granujas y ese escepticismo antipolítico, lo podríamos bautizar en Colombia como indiferentismo. Pero, no desearía qué a nosotros, nos pasara igual, que pudiéramos ver la luz al final del túnel, que todo cambiara exitosamente y lográramos ver un nuevo amanecer.

La precariedad del momento actual nos parece aterradora, sin embargo, esa incertidumbre siempre ha estado ahí.

El liberalismo de Jhon Stuart Mill y Thomas Jefferson, nunca prometieron nada permanente. Los mecanismos de separación de poderes de las democracias constitucionales occidentales, nunca han garantizado estabilidad.

Lo único que nos queda al transitar por los caminos de la oscuridad, es oponer resistencia siempre.

Abelardo Giraldo.

09/17/2021