Existe en la actualidad una relación íntima y peculiar entre el Estado y la violencia.
Se define el Estado como la comunidad humana que en el ámbito de determinado territorio, requiere exitosamente como propio el monopolio de la VIOLENCIA FISICA LEGITIMA.
El Estado se nos presenta como la única fuente del “derecho” a la violencia.
El que hace política, ambiciona el poder, el poder como medio para el logro de otros fines (ideales o egoístas) o el poder “por el poder”, para el goce del sentimiento de prestigio proporcionado por el poder.
Es Estado es una relación de “dominio” de unos hombres sobre otros hombres, relación que es mantenida por la violencia legítima, se necesita pues que los dominados “se sometan” a la autoridad que reclaman como propia, los dominantes del momento.
Dice Weber que antiguos patriarcas o príncipes gozaban de una gracia personal o excepcional que hacían que ganaran grandes adhesiones, esto es lo que llamamos “carisma”.
Este poder carismático es practicado hoy por grandes gobernantes surgidos de plebiscitos, por grandes demagogos o por jefes de partidos políticos.
Se da que la obediencia de los adeptos viene condicionada por motivos de esperanza o de miedo de otros muy poderosos.
Las retribuciones al titular del poder son recibir honores y participar del botín, la explotación del gobernado a través del monopolio de los cargos, los beneficios desproporcionados y los placeres de una vanidad satisfecha.
El titular del poder tiene a su favor la propiedad de los medios de administración, son estos, dinero, edificios, material de guerra, vehículos y muchas otras cosas.
El personal administrativo está separado de los medios de administración, como ocurre en la empresa capitalista en donde los obreros y empleados están separados de los medios materiales de producción.
En últimas organizaciones el titular del poder gobierna y dirige personalmente la empresa en que consiste el Estado y encarga su administración a servidores personales, funcionarios asalariados, favoritos o confidentes.
Este sistema administrativo se encuentra en todas las organizaciones políticas del pasado.
El Señor gobierna con la ayuda de una aristocracia independiente con la que está obligado a compartir el poder.
El Señor es además servido con la ayuda de capas sociales desposeídas, carentes de honor social propio, que son ligadas al Señor en lo material y privadas de la capacidad de formar algún poder competitivo.
Este estilo no es más que el famoso ESTADO BUROCRATICO, cuya configuración más racional, aparece precisamente en el ESTADO MODERNO.
Generalmente el gran Señor se convierte en expropiador de los medios políticos y así de este modo del poder político.
En conclusión llegamos al aspecto puramente conceptual de que: “EL ESTADO MODERNO ES UNA AGRUPACION QUE CON ÉXITO, INSTITUCIONALMENTE ORGANIZA LA DOMINACION Y CONSIGUE MONOPOLIZAR EN DETERMINADO TERRITORIO LA VIOLENCIA FISICA COMO MEDIO DE DOMINIO”.
Cordialmente,
Abelardo Giraldo.