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La tumba de Tutankamon

Demasiados, demasiados enigmas pesan sobre el hombre en este mundo”.
Fiódor Dostoievski.

Extraordinario Hallazgo. Después de buscar por más de cinco años en EL VALLE DE LOS REYES, el 26 de Noviembre de 1922, el británico Howard Carter rompió con cuidado y cautela el sello de una tumba que acababa de descubrir “LA TUMBA DE TUTANKAMON”, en Egipto.

Por primera vez el mundo podía apreciar la auténtica cara del faraón, representada en una máscara de oro con incrustaciones en vidrios de color y piedras preciosas. El aspecto solemne y las riquezas que lo rodeaban eran sorprendentes.

Centenares de Historiadores y Arqueólogos han llegado a la conclusión de que se trataba de un rey joven que gobernó un país inmensamente rico y de gran esplendor.

En la antigua civilización Egipcia el culto funerario era la obsesión de los vivos y determinaba todos los aspectos de la sociedad.

Las tumbas eran consideradas como una casa para la eternidad, según ellos la tumba permitía al espíritu del difunto tener un sitio para descansar. Su interior determinaba la posición y riqueza de su propietario.

Pues para los egipcios no les interesaban sus casas podrían vivir allí no más de 40 o 50 años, sin embargo en sus tumbas podrían vivir allí por miles y miles de años.

Las más suntuosas tumbas pertenecían a los reyes, los célebres faraones incluyendo las pirámides construidas al comienzo de la dinastía, sus arquitectos diseñaban falsos pasillos y puertas secretas con el fin de proteger sus preciosos contenidos.

Se dice que fueron sepultados en ese Valle al menos 40 reyes o miembros de la realeza y en una de las tumbas la de Tutmosis I, se encontró esta inscripción, “HE EDIFICADO LA TUMBA DE MI MAJESTAD, AQUÍ, NADIE VE, NADIE OYE Y NADIE ESCUCHA”.

Cuando las grandes dinastías egipcias pasaron a la historia y los guardianes del lugar desaparecieron muchas de estas tumbas fueron saqueadas, hasta que apareció un nuevo tipo de saqueador, EL ARQUEOLOGO MODERNO.

A principios del Siglo XX, Egipto se encontraba bajo el control de Gran Bretaña, muchos extranjeros llegaban allí y se instalaban en grandes y clásicos hoteles como el Palacio de invierno de Luxor y llevaban a los visitantes a cruceros privados por el Nilo, les era permitido escarbar y las riquezas que encontrasen tendrían que dividirse en dos, el Gobierno se quedaba con la mitad y la otra mitad para el descubridor. Unos lo hacían por curiosidad científica otros por codicia.

Howard Carter hijo de un pintor inglés de personalidad compleja y carácter enfermizo viajó por primera vez a Alejandría y se enamoró de las antiguas ruinas y fue cuando se reveló como un arqueólogo competente.

Fue cuando un hombre de gran fortuna de nacionalidad inglesa y aficionado a la aventura Lord Carnarvon, viendo el temperamento serio de Carter lo contrató para localizar hallazgos arqueológicos.

En ese entonces Carter seguía los pasos de un millonario estadounidense Theodore Davis, que trabajaba en el Valle de los Reyes y había encontrado una copa de vidrio azul con una inscripción que llevaba el nombre de Tutankamón.

La imagen del hipotético faraón obsesionaba a Carter y en 1914 Carnarvon a petición de Carter, obtuvo el permiso legal y la concesión para escarbar en el Valle de los Reyes.

Por esa época se libraba la primera guerra mundial y Carter tuvo que esperar hasta 1917, para poder empezar a cavar.

Cinco años más tarde localizó lo que era su sueño “La tumba de Tutankamón”.

Se dice que Tutankamón vivió la época dorada de Egipto cuando Luxor o Tebas eran la potencia hegemónica del mundo civilizado. Muchos especialistas aseguran que pudo ser hijo del Faraón AMENOFIS III.
Según Gay Robins, profesor de arte antiguo egipcio de la Universidad de Emery Atlanta Estados Unidos, asegura que este príncipe vivió en los flamantes palacios de la ciudad nueva que se llamaba en ese entonces Ajtatón y que hoy se llama Tell Al Amarna, que queda a 400 kilómetros del Cairo.

Dice además que “Tutankamón es un personaje frustrante porque no sabemos exactamente quien es, sabemos que es de sangre real, que su padre era un rey pero no sabemos a ciencia cierta quien era ese rey, aquí nace la gran polémica entre nosotros los egiptólogos.

Muchos historiadores coinciden en el hecho de que aproximadamente por el año de 1333 a.c., tutankamón fue proclamado rey, cuando el país se encontraba dividido entre los sacerdotes de una antigua religión y las ideas radicales del rey antecesor.

Volvemos a Carter, había un terreno delante de la tumba de Ramsés VI, que era difícil de excavar porque por allí pasaban los turistas a visitar el Valle de los Reyes y los trabajadores de Carter empezaban a impacientarse, llevaban cinco años cavando sin encontrar ningún resultado Carter compró un canario al que los trabajadores llamaban el pájaro dorado y les inculcó la idea que ese pájaro les traería suerte y así fue, tres días mas tarde sus trabajadores encontraron un peldaño que descendía por quince escalones hasta una puerta sellada con la imagen de un chacal y nueve cautivas, que era el sello real de la necrópolis.

Inmediatamente Howard Carter llamó a su patrocinador Lord Carnarvon que se encontraba en Inglaterra, al que esperó por dos semanas para que llegara y poder romper la puerta hasta que finalmente un 26 de Noviembre de 1922, Carter rompió el sello de la tumba de Tutankamón.
Tras la puerta aparecía un túnel lleno de piedras y para consternación del equipo, habían entrado a un pasaje entre las rocas que luego había sido rellenado situación que creo dudas sobre si el ajuar funerario habría sido saqueado antes.

Llegaron a una segunda puerta, nervioso Carter abrió un pequeño agujero en la esquina superior izquierda, encendió una vela para ver si había gases peligrosos, luego ensanchó el agujero, introdujo su cabeza y a sus espaldas se encontraban Carnarvon, su hija lady Evelyn y el ayudante Arthur Callender que esperaban ansiosos.

Al ver que no sacaba la cabeza Carnarvon toco a sus espaldas y le preguntó que estas viendo y Carter murmuró “ESTOY VIENDO COSAS MARAVILLOSAS”.

Estas palabras ahora son célebres pues una vez dentro a la luz de una vela podían apreciar encantados el tesoro dorado del más importante descubrimiento arqueológico de la historia.
Según Carter mientras la luz de la vela titilaba empezaban a surgir de las sombras, detalles del interior de la sala, animales extraños, estatuas y por todas partes se veía el centelleo del oro.
Había íconos religiosos y muchos tesoros propios de un rey de la época remota, que por supuesto solo era el inicio de lo que se iba a descubrir.

El tiempo parecía haberse detenido en esa pequeña recámara, dos estatuas en oro de tamaño real, con toda probabilidad del rey, se encontraban a los dos lados de una puerta como dos guardianes de otro tiempo.

Un desorden en la sala demostraba que la tumba había recibido la visita de salteadores y aunque no la habían desvalijado daba la impresión de haber sido sorprendidos por los guardianes de la época.

En total la tumba se componía de cuatro cámaras que eran el pasillo, la antecámara, la cámara mortuoria, la sala de los tesoros en donde había una preciosa estatua de Anubis, que para los egipcios era el Dios del mundo de los muertos.

Un público embelesado en todo el mundo seguía con entusiasmo cualquier noticia que se difundiera sobre el sarcófago del faraón.

Después de la última puerta en la sala de los tesoros, reinaba el caos, es decir se encontraba todo tal como lo habían dejado los ladrones. Aunque en la antecámara habrían intentado ordenar las cosas.

Se comentaba que eran tan numerosos los objetos que se tardarían siete semanas en sacarlos. Estos objetos eran una mezcla entre los que se habían fabricado específicamente para el funeral y otros que el muerto había usado en la vida cotidiana. Algunas cosas como sus sandalias llevaban pintadas unos extranjeros atados lo que significaba que cuando las llevaba estaba pisando a sus enemigos.

La historia termina diciendo que el joven rey murió, en momentos en que poderosos hititas se apostaban frente a sus fronteras y una serie de plagas azotaban el país. Se embalsamó su cuerpo y se colocaron sus objetos mortuorios en su tumba. Finalmente se cerró el panteón que no volvió a ser abierto hasta 3.000 años después.

Cordialmente,
Abelardo Giraldo