Por considerarlos de importancia, me permito transcribir algunas de sus opiniones: Oscar Peña, cubano y quien escribe para el periódico el Nuevo Herald de Miami, piensa así;” NI COMUNISMO NI CAPITALISMO SALVAJE”.
Allí expresa este periodista que no rechaza el capitalismo, que al contrario le parece que es el sistema socio político más acertado que conocemos sino pierde la conciencia social.
Rechaza la caótica situación de los países latinoamericanos y la simbiosis actual que existe en Cuba entre el stalinismo y lo peor del capitalismo salvaje.
Considera que los que han tenido el triste privilegio de haber crecido dentro del socialismo salvaje (comunismo totalitario) y haber conocido fuera de Cuba el socialismo democrático de España, Suecia, Dinamarca, Francia, India, Canadá, Costa Rica, Chile y otros países, pensarán que tienen los sistemas que cada uno desearía para su país, porque según él, son sistemas libres, dignos y serios, que nunca han dejado de lado, valores como la seguridad social, la solidaridad, la caridad, la responsabilidad, la conciencia social y la preocupación por el prójimo incapacitado o con necesidades.
Concluye, que, De que vale salir en Cuba del socialismo salvaje y que se convierta en otro país más de los que abundan en América Latina denominados falsamente democráticos y de libre Mercado (capitalismo salvaje), en donde existe corrupción, miseria, violencia, drogas y abismales desigualdades.
Que no debemos abogar por la anterior Venezuela de antes de Chávez, cuando era un país rico, pero lleno de corrupción y problemas sociales. No debemos olvidar que Carlos Andrés Pérez endeudó el país en 40.000 millones de dólares, con el Banco Mundial y mucho menos por la Venezuela actual, donde cada día se legaliza el salvajismo del Estado, el culto a la personalidad y la obediencia al gobernante.
Es en el capitalismo salvaje en donde se destruyen las pequeñas empresas en beneficio de las empresas más poderosas, de las que tienen más entrada de dinero y bienes para corromper a los corruptos.
En el capitalismo salvaje solo los grandes monopolios salen adelante.
El Presidente de Francia Nicolás Sarkozy, asegura Oscar Peña, que es adalid de la regulación financiera y detractor de los excesos del capitalismo.
Sarkozy apoyó el plan del Presidente Obama de evitar los excesos de riesgo en la banca y esto no es una cuestión de liberalismo, ni de socialismo, ni de derechas ni de izquierdas, es una forma inteligente y práctica de enfrentar la realidad para no llevar a los países a un abismo social.
Otro buen ejemplo contra el capitalismo salvaje es la actuación del multimillonario de derecha y actual Presidente de Panamá RICARDO MARTINELLI, quien al referirse a medidas adoptadas por su gobierno para bajar las tarifas de la energía eléctrica, expresó: Personalmente estaré atento a este tema y en mi gobierno, primero estarán los intereses del pueblo, pues el país tendrá energía abundante y a precio justo, en Panamá queremos empresarios y no empresaurios que practiquen el capitalismo salvaje.
Queremos empresarios serios que vengan a invertir, a generar empleos y que ganen para que continúen creciendo con el país, pero que primero se preocupen por la seguridad del pueblo.
En este artículo Peña, asegura que el socialismo salvaje desapareció, que solamente Chávez se encuentra recogiendo los escombros, que ahora le toca desaparecer es el capitalismo salvaje de nuestros países latinoamericanos.
Aspiramos a un capitalismo, creciente, eficaz, compasivo, humanitario, esperanzador y lleno de justicia.
Una América Latina donde no desaparezca el Derecho a estudiar y haya atención de la salud gratuita para todos, con opciones privadas a quienes la deseen.
Una América Latina en donde una persona no tenga que ir de casa en casa recogiendo centavos para enterrar a un familiar por los altos costos de los servicios, donde los niños y jóvenes estén en las escuelas preparándose para el futuro y no pidiendo limosnas.
Países en donde algunas mujeres se prostituyen porque no tienen forma de sostener a sus familias.
Convertir a nuestros países en sociedades sostenidas política y económicamente y con opciones para todos,” PAISES CUYOS HIJOS NO SE VAYAN”.
Que hermoso suena todo esto.
Luego viene William Ospina, colombiano con su artículo “QUIEREN QUE NOS ALEGREMOS”, parece una canción.
Afirma el escritor: Yo sé que quieren que nos alegremos con la muerte de Pablo Escobar, yo sé que quieren que nos alegremos con la muerte del mono Jojoy, yo sé, que quieren que nos alegremos con la muerte de Marulanda y que nos alegremos con la muerte de Desquite, de Sangrenegra o de Efraín González.
Yo no me alegro, no me alegra la muerte de nadie, pienso que todos esos monstruos no fueron más que víctimas de una sociedad injusta hasta los tuétanos. Una sociedad que fabrica monstruos en forma industrial y la verdadera causante es la vieja dirigencia colombiana que ha sostenido por siglos un modelo de sociedad clasista, racista, excluyente, donde la ley es para los de ruana y donde hoy la cuna sigue decidiendo si alguien será sicario o presidente.
Colombia no encontró la paz con el exterminio de los bandoleros de los años cincuenta, no encontró la paz contra los guerrilleros de los años 60, no encontró la paz tras la desmovilización del M19.
Cuando Ledher fue capturado y extraditado, cuando Rodríguez Gacha fue abatido en los platanales del Caribe y Pablo Escobar tiroteado en los tejados de Medellín, ni cuando murieron Santacruz, Urdinola y fulano y zutano y todo el cartel X y todo el cartel Y, tampoco se hizo la paz cuando murió Carlos Castaño sobre los miles de huesos de sus víctimas, ni cuando extraditaron a Mancuso y a Don Berna y a Jorge 40 y todos los otros.
Porque esos monstruos son frutos que brotan y caen del árbol muy bien abonado de la injusticia colombiana y por eso aunque quieren hacernos creer que serán estas y otras mil muertes las que le traerán la felicidad a Colombia, los desórdenes nacidos de una dirigencia irresponsable y apátrida, yo me atrevo a pensar que no será una eterna lluvia de balas, sino un poco de justicia y generosidad por parte del Estado, la que le pondrá fin a esta situación.
Un país sin esperanza, hundido en la pobreza absoluta es el surco abonado para que broten guerrilleros y paramilitares y todos los delincuentes habidos y por haber, surgen niños sicarios que se enfrentan con otros niños en los azarosos laberintos de las lomas de Medellín y vagan al acecho en los arrabales de Cali, Pereira y Bogotá.
Claro que las FARC, matan y secuestran, trafican y extorsionan, profanan y masacran día a día y es claro que el Estado tiene que combatirlas, por eso es normal que se den de baja a los asesinos y a los monstruos.
Pero que no nos llamen a júbilo, que no nos pidan que nos alegremos sin fin por cada colombiano extraviado y pervertido y que cae día tras día en la eterna cacería de monstruos.
Ni que creamos que esa vieja y reiterada solución es para Colombia una solución verdadera, porque si seguimos pensando así, no alcanzarán los árboles que quedan para hacer los ataúdes de todos los delincuentes que todavía faltan por nacer.
Concluye William diciendo que dolor que quienes nos dirigen no hubiesen creado las condiciones para que los colombianos no tengan que despeñarse en el delito y en el crimen para sobrevivir.
Que dolor que Colombia no sea capaz de asegurarle a cada colombiano, un lugar en el orden de la civilización, en la escuela, en el trabajo, en la seguridad social, en la cultura ,en la sana emulación de las ceremonias sociales, en el orgullo de una tradición y de una memoria.
Yo personalmente estoy cansado de sentir que nuestro deber principal es el odio y nuestra fiesta el exterminio.
Construyan una civilización, denle a cada quien un mínimo de dignidad y de respeto, hagan que cada colombiano, se sienta orgulloso de ser quien es y que no esté cargado de frustración y resentimiento.
Ya verán si Colombia es tan mala como quieren hacernos creer los que no ven en la VIOLENCIA DEL ESTADO, un recurso extremo y doloroso par salvar el orden social, sino el único instrumento, década tras década como remedio posible para los viejos males de la nación.
Continuaré evocando estos pequeños pensadores de las problemáticas sociales que padecen nuestros países, me queda pendiente PEDRO CORZO, con su artículo “APOSTOL DE LA VIOLENCIA”.
Abelardo Giraldo
10/22/10.