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Historia de la lanza sagrada

Hoy que esta de moda escribir temas sagrados, que han dejado tantas leyendas, quiero traer a recuento uno muy interesante sobre la lanza sagrada o lanza de longinos.

La intensa búsqueda que el cristianismo ha desarrollado para localizar el arma con la que un centurión romano, cruzó el costado de Jesús cuando estaba en la cruz y a la cual se le atribuyen poderes mágicos que se transmiten a quien la posee y que fue un objeto muy codiciado desde Atila, pasando por Constantino el Grande, por Carlomagno, por los emperadores germánicos e incluso por el mismo Hitler.

Esta leyenda ha cobrado fuerza con el paso de los siglos y se ha llegado a decir que cualquiera que posea la lanza tendrá el futuro del mundo en sus manos.

La crucifixión de Cristo en el año 33 de nuestra era, es sin duda uno de los acontecimientos más importantes que ha registrado la historia de la humanidad.

Para más de 2000 millones de cristianos Jesús es el hijo de Dios y es por esta sólida creencia que se le ha dado a los instrumentos de su ejecución una importancia de carácter sagrado, a la cruz, los clavos, la corona de espinas y la lanza que rompió su costado.

Los evangelios de San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan, hablan de la pasión y crucifixión de Cristo.

San Juan en el capítulo 19, versículos 33 y 37 de su evangelio dice que los judíos para que los ejecutados no quedasen en la cruz el día sagrado del Sábado, le pidieron a Pilatos que se les quebrara las piernas, para que no escapasen si seguían vivos y los bajaran, pero al llegar a Jesús y verlo muerto, no le quebraron las piernas, pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y seguidamente salió sangre y agua. (Versículos 33-34).

La parte de los evangelios que relata la escena del soldado clavando la lanza a Jesús, parece ser un hecho exacto en el relato de la ejecución, porque el recuerdo de este suceso se mantuvo muy vivo entre los primeros cristianos.

El evangelio apócrifo de Nicodemo, escrito en el siglo IV, fue más lejos y le puso el nombre al centurión que usó la lanza de,” longinos”, nombre derivado probablemente de la palabra griega “lobje”, que significa “lanza” o sea que el nombre del centurión significa “el lancero”.

Longinos después de haber sido un simple soldado fue uno de los primeros que se convirtió al cristianismo, le advirtió a Pilatos del error que había cometido y aseguraba que teniendo un ojo enfermo y por el que casi no veía, se le curó con una salpicadura de la sangre de Jesús.

Longinos se fue a vivir a Capadoccia de Eremita y allí alcanzó el martirio.

El ejército romano de entonces utilizaba dentro de sus armas, una, llamada “hasta longa”, que responde al tipo más convencional de “lanza” y que habría sido la usada para herir el costado de Cristo. Tenía una punta de hierro de unos 25-35 centímetros, astil de madera y regatón metálico, midiendo un total entre 1.80 y 2.70 metros aproximadamente.

Se especula que esa lanza estaba en la armería romana de Jerusalén, pero en el año 66, los judíos se sublevaron contra la dominación romana y se apoderaron de todas la instalaciones militares, incluida esta armería, que vaciaron para equiparse.

La tradición supone que en ese turbulento período la lanza de longinos permaneció oculta y protegida.

Luego en el año 70, Tito reconquista a Jerusalén y no dejó piedra sobre piedra, la ciudad fue totalmente arrasada y sobre esas ruinas se estableció el campamento de la X legión romana.

Aunque se había prohibido a los judíos residir en ella, con el paso del tiempo muchos de ellos volvieron a la antigua capital y en el año 131 se produjo una nueva rebelión de los antiguos cristianos,” los zelotes” y quienes lograron apoderarse nuevamente de la ciudad hasta el año 135.

El emperador romano Adriano, reconquista nuevamente a Jerusalén y decidió crear allí una colonia romana en contra del fundamentalismo judío y que sería habitado por antiguos legionarios del ejército, se le bautizó con el nombre de AELIA CAPITOLINA. Se prohibió de nuevo que allí habitasen judíos, pero se toleró que allí viviesen cristianos.

El destino de la lanza se convirtió en un secreto cuidadosamente sagrado, fue un gran símbolo de la fe, la gente creía que la lanza tenía poderes y fue la obsesión de muchos gobernantes europeos.

La lanza estuvo oculta durante 300 años después de la muerte de Cristo, fue recuperada con la mayor excavación arqueológica de la antigüedad, ordenada tras un sueño por Santa Elena, la madre del emperador Constantino.

En Jerusalén había un templo a la diosa Venus, Elena ordenó su demolición y bajo sus cimientos encontraron una tumba, que creían era la de Jesús, en ese lugar está en la actualidad la Basílica del Santo Sepulcro.

Algunas tradiciones orales y escritas de los primeros cristianos aseguran que el rico judío “José de Arimatea”, quien era miembro del Sanedrín, seguidor de Jesús y que aparece citado permanentemente en los evangelios pidió y obtuvo de Pilatos el cadáver del crucificado y le dio sepultura, además se cuidó mucho de preservar la cruz, los clavos, la corona de espinas y el sudario de Cristo.

Se despertó en él la pasión por coleccionar los objetos personales de Jesús, se le atribuye a José de Arimatea la conservación inicial del Santo Grial (la copa en que Jesús consagró el vino), y la Santa Lanza.

Se dice que San Mauricio un comandante romano de una legión tebana anduvo cuidando la lanza y quien después fue martirizado por su conversión al cristianismo por el emperador Maximiliano.

Santa Elena, redescubrió algunos de estos objetos en Jerusalén, por el año 312, a las cuales se les consideró reliquias sagradas , impregnadas de santidad, de fuerza y se les atribuían poderes mágicos.

Según el Obispo Eusebio de Cesárea, biógrafo y contemporáneo de Constantino, dice que el emperador antes de una batalla que iba a tener contra Magencio en el Puente Milvio y de cuya batalla dependía si obtenía el imperio o no.

Antes de ir a ella tuvo un sueño: Vio con sus propios ojos superpuesto ante el sol un trofeo en forma de cruz construido a base de luz y al que estaba unida una inscripción que rezaba:”CON ESTE SIGNO VENCERAS”, luego vio a Cristo, hijo de Dios, con el signo que apreció en el cielo y le ordenó que se sirviera de él, como un bastión en la batalla.

Constantino se hizo cristiano y a raíz de la ayuda divina que tuvo en la batalla, al año siguiente publicó “EL EDICTO DE MILAN”,que establecía la libertad del culto cristiano y le hizo innumerables concesiones a la Iglesia.

Unos historiadores afirman que esta actuación era profundamente misteriosa por que en esa época, los cristianos eran escasos, no tenían ningún poder y no estaban cohesionados entre ellos.
Otros historiadores opinan lo contrario, que los cristianos habían crecido en número y se habían organizado en una importante minoría que tenía fuerte presencia ante el Gobierno de Roma y que para Constantino la alianza con los cristianos le trajo un interesante triunfo político.

Elena había regresado a Roma y había dejado la lanza en Jerusalén por temor a que si la traía cometería un sacrilegio y junto con su hijo el emperador empezó la construcción de grandes Iglesias y catedrales como acto de devoción y se fomentó la visita de peregrinos a los lugares santos de Palestina.

Constantino no tuvo la lanza que se quedó en Jerusalén, pero sí, los clavos de la crucifixión, los cuales convirtió en símbolos del imperio. Uno fue fundido para hacer una segunda lanza llamada “LA CORONA DE HIERRO’,y que se conserva en la Catedral de Monza Italia, otro fue fundido para hacer una segunda lanza y que fue llamada la ‘LANZA DE CONSTANTINO’, la cual se erguía imponente en la ciudad que se convertiría en la capital de un poderoso imperio y llamada Constantinopla.

Lo cierto es que la lanza y la Cruz de Cristo son reliquias sagradas que denotaban poder.

Es por eso que cuando el imperio era atacado por tribus bárbaras sus jefes desde Alarico hasta Atila, pedían la lanza como parte del tratado de paz con Roma, pues estos guerreros paganos creían en los poderes místicos del arma.

Ninguno de los soberanos, ni papas del siglo V entregaron ninguna de las reliquias que se consideraron sagradas.

Las dos lanzas, la de Jerusalén y la de Constantinopla estuvieron bajo la protección de los emperadores bizantinos hasta que los persas saquearon a Jerusalén en el año 614.

Ocurrió que las reliquias sagradas de la pasión de Cristo pasaron a manos de los paganos.

La punta de la lanza que estaba partida y que había llegado a manos de un guerrero llamado NICETAS, la llevó a Constantinopla y la depositó en la Iglesia de Santa Sofía.

Con Carlomagno se empieza a conjugar un poder político y religioso, este fue proclamado emperador en el año 800 y fue coronado por el papa León III en Roma.

La posesión de la santa lanza, se convirtió en el símbolo de su gobierno, muchos se preguntaron pero como llegó la santa lanza a manos de Carlomagno?, la poderosa reliquia sagrada?.

El papa le regaló una lanza supuestamente llevada por Constantino en la grandes batallas, era conocida como la de San Mauricio y Carlomagno creyó que era la auténtica de Cristo, que poseía poderes divinos y que mientras la tuviera tendría garantizada la victoria por los poderes intrínsecos que esta llevaba.

El caso es que las grandes victorias de Carlomagno contra sajones y musulmanes potenciaron el carácter sagrado de la lanza de San Mauricio y en la moral de sus soldados se creía que su emperador sería invencible mientras luchara con el arma.

La leyenda cuenta que un día, mientras el emperador cruzaba un arroyo, la lanza se le cayó y los soldados vieron en ello un terrible presagio que se hizo realidad, Carlomagno murió poco después en el año 814.

Enrique I, primer rey de Alemania, de la casa de Sajonia y fundador de la Alemania moderna, fue otro de los que codiciaba la lanza, creía haber sido elegido por Dios para ser heredero directo del Imperio Romano de Constantino, pero el papa no lo veía así.


Enrique I, hizo alarde de poseer la santa lanza y se inicio una lucha entre poderes de la Iglesia y el político que duró siglos.

A su muerte la lanza pasó a su hijo Otón I, el grande, de quien se dice rezó con la lanza hasta que se hizo victorioso en la batalla de Beergen, adquiriendo una aplastante batalla contra los húngaros, acrecentando su poder.

Los emperadores germánicos, el papa Gregorio IX, Federico II de Hohenstauffen, Carlos IV, y muchos otros, siempre que había una batalla que podía decidir el destino de alguno de los reinos europeos, siempre aparecía una Santa Lanza en el bando ganador.


Los escritores medievales comenzando por el poeta francés Chrétien de Troyes en 1180 y Robert de Borón en 1136, vincularon el destino del Santo Grial y de la Santa Lanza con la aventura del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.

Es bueno escuchar a PARSIFAL de Richard Wagner, estrenada el 26 de Julio de 1882 un año antes de su muerte, manifestación escénica del misticismo tradicional, en donde se establece que la clave del éxito es la posesión de la santa lanza y cuentan que en una representación en Viena, Adolf Hitler quedó fascinado por la ópera y la leyenda en que se basaba.

Hitler estaba muy familiarizado con la lanza de los Habsburgo, la cual había estado en poder de Federico Barbarroja y Otón el grande, emperadores del primer Reich, el sacro imperio que encarnó la grandeza del pueblo germano.

No olvidemos dicen los historiadores que el sacro imperio romano germánico duró 1000 años y el tercer Reich debería durar otros mil, pero encontró que en sus manos la santa lanza no fue signo de redención y gobierno divino sino de limpieza étnica y tiranía.

El 20 de Abril de 1949 el General Mark Clark,del ejército de los Estados Unidos, descubrió la lanza de los Habsburgo en el castillo de Nuremberg, Hitler y el III Reich habían caído.

Abelardo Giraldo.
04/25/11.