Nos relata Don Guillermo, su amistad con el “Cojo”, con quien los sábados y los domingos, se sentaba en el “parque de Las Ratas”, a beber botellitas de Vodka y tazas de café, compradas a un salvadoreño que se paraba en una esquina a vender licor fuera de horas, a los “Muchachos de la
Mara”.

Allí reunían centavo tras centavo, hasta completar los 8 dólares y comprarse una piedra de “Crack”.
Ocurre una cosa terrible dice “Recordar haberse bañado solo 3 veces en dos años”.
El adicto carece de amor a sí mismo, porque carece de verdad. El adicto no se ama, es la raíz de la adicción.
Sentía mucha alegría compartiendo su miseria con los demás.
Dejamos la tragedia y volvemos a su vida profesional, lo que el llama su comedia.
Los tratados de paz de Esquipulas habían sido firmados en Guatemala. Guillermo estuvo en la frontera de Nicaragua y Honduras, donde se efectuaron enfrentamientos entre los Sandinistas y los Contras, allí vio muertos por doquier.

Existía el temor de caer en una emboscada por parte de los Contras.
Descalzi, alquiló una mula para él y su camarógrafo, que los llevara al carro también rentado y de allí se trasladaron a Managua, desde donde abordó un avión con destino a Miami.
Cuenta nuestro apreciado protagonista que él empezó a consumir marihuana en la época de Vietnam, la marihuana era muchas cosas en ese tiempo, era droga, era protesta, era moda y encontró más fácil, amar a la sustancia que a él mismo.
Se enamoro de Maria Juana.
Otra de sus curiosas anécdotas fue cuando cubrió las noticias del terremoto de Chimaltenango en Guatemala donde hubo 25.000 víctimas.
Cuenta nuestro personaje que cuando llegó a la ciudad de Chimaltenango, era de noche, no había luz, y en la plaza vieron infinidad de personas durmiendo, silenciosos tratando de no despertar a nadie, tomaron el reposo en ese lugar hasta el amanecer y cual fue la sorpresa de él y su camarógrafo cuando descubrieron que habían dormido entre los muertos, todos eran cadáveres de la tragedia.
Esto, ocurrió el 12 de Febrero de 1976.
Seguimos con su historia, en 1990, Descalzi llegó a Sheremetievo el aeropuerto de Moscú, en pleno invierno nórdico a cubrir la noticia de la caída del comunismo.
El sistema se derrumbaba y el ruso corriente era consciente de lo que ocurría, comprar un auto era pagarlo al contado y colocarse en una lista de espera que duraba nueve años.
No se podía obtener una máquina de escribir, sin permiso del Estado porque era prohibida, se consideraba un instrumento sedicioso, porque servía para diseminación de ideas en contra del Gobierno.
La cultura de las computadoras era imposible adquirirlas dentro del sistema soviético.
Cuenta Don Guillermo que en las tiendas, mercados y hoteles las cuentas se hacían con ábacos de madera insertados en alambre.
Entre los intelectuales había una gran honestidad para con la realidad del momento, sabían y estaban convencidos profundamente que el sistema no daba para más.
El único local de hamburguesas en todo Moscú tenía una fila que daba dos vueltas a la manzana, a la intemperie en un invierno inclemente y la gente resistía, con tal de comer por primera vez una hamburguesa, “este era el Moscú del fin del comunismo”, pero el aparato de represión estaba todavía íntegro.
El hotel donde se hospedaban los periodistas, llevaban a los huéspedes solamente al piso en donde se alojaban, no estaba permitido bajarse en otro piso y una vez en su piso tenía que dirigirse a su habitación bajo la escrutadora mirada de un supervisor o supervisora de piso.
Al siguiente día de nuestro apreciado Guillermo haber llegado, Mijail Gorbachov, le cortó la cabeza al Partido Comunista Soviético, y decretó que el partido no tendría más la primacía que le garantizaba la ley en la vida política del país, “los dados estaban echados”.
Confirma nuestro periodista que el comunismo fue cercado con un circulo de fuego como el que rodea un alacrán y acaba suicidándose.
No fue la democracia ni el capitalismo lo que destruyeron el comunismo, sino su propio vacío.
Otra experiencia de gran envergadura como lo definiera el mismo, fue cuando lo asignaron para cubrir la guerra del Golfo Pérsico y en donde vivió casi toda la guerra.
Nunca había estado en el Medio Oriente y empieza contando su itinerario de viaje, aeropuerto Kennedy de Nueva York a Franfort Alemania, hicieron trasbordo a un vuelo de Lufthansa con destino a Riad, allí lo ubicaron en una sala de espera con destino al Medio Oriente.
En este aeropuerto, Guillermo obtuvo la primera impresión del mundo árabe, allí fue su primer contacto.
Las mujeres árabes que se encontraban en ese lugar, llevaban un manto que les cubría la cabeza y un velo tupido con el que cubrían el mentón y la boca y algo que no había visto nunca, un cobertor de nariz hecho de cuero, sujeto a la cabeza por dos tiras también de cuero como los anteojos de las mulas.
La posición de las mujeres en esas culturas es bastante rara.
Llegó a Amman la capital de Jordania y en los primeros recorridos que hizo por la ciudad le tocó ver a unas musulmanas bañándose en un lago, se encontraban dentro del agua, vestidas de pies a cabeza, con velo, naricera y todo y solo dejaban escapar pequeños griticos, escuchándose como si estuvieran amordazadas.
Después se instaló en la Real Fuerza Aérea Saudita de Taif, cerca a La Meca y allí se reunió con el equipo nacional de corresponsales de prensa de Estados Unidos, que trabajaban para cadenas norteamericanas.
Encontró que allí eran prohibidas las salas de cine y era vetado a las mujeres el manejo de cualquier vehículo.
Después viaja a Dubai, y durante el trayecto una de las azafatas les advierte que se deshagan de las revistas comerciales que hubiesen traído de occidente o de Europa, donde pudiesen aparecer mujeres en traje de baño o desnudas, porque de lo contrario estarían supuestos a padecer por las autoridades sauditas a no se cuantos latigazos en el aeropuerto.
Al llegar a Dubai, la temperatura era agobiante con casi 50 grados centígrados a la sombra y se dice que era costumbre árabe desde la antigüedad no iniciar guerras en el verano sino en invierno.
Estados Unidos acababa de despachar el portaaviones Independence, a toda máquina para el Golfo, lo acompañaban decenas de buques de carga y de guerra y la operación la llamaron “Tormenta del Desierto”.
Guillermo y su camarógrafo llegaron a Kuwait antes que las tropas de la coalición y encontraron que los iraquíes al mando de Sadan Husseim, habían incendiado mas de 1000 pozos petroleros , era mediodía y la ciudad parecía a media noche el humo de los pozos había oscurecido el cielo.
Pero la noticia inminente era que con la llegada de la coalición Kuwait había sido liberada.
Millones de Kuwaitíes desengañados con su triste destino huían de la guerra entre Kuwait e Irak, y cruzando un inmenso y desolado desierto que como dice Don Guillermo era infestado de alacranes, una llanura pedregosa y reseca, que existe en medio de las fronteras entre Siria, Irak y Jordania.
Desde los helicópteros se observaban cientos de miles de personas cargando sobre sus hombros sus pertenencias como si fueran caballos de carga, era la desolación humana en compañía de la desolación física de la naturaleza del lugar.
Un apunte maravilloso de Guillermo fue cuando dijo que viendo esto, se acordó de las palabras del rey Salomón en el libro Eclesiastés 1:1., “no hay nada nuevo bajo el sol”.
El cruce de esos millones de personas a través de la península Arábiga, desde el golfo Pérsico hasta el mar Rojo lo consideraba similar al que 4000 años atrás, hiciera el pueblo de Israel a través del Sinaí.
Termina nuestro apreciado protagonista diciendo que lo observado por el Medio Oriente, viene a ser similar o igual a lo que ocurre en Latinoamérica y Estados Unidos, países en donde los grandes del capital son deshumanizados por su propio desprecio hacia el que está abajo.
En Estados Unidos se habla de los ilegales, desde cuando a los seres humanos se le puede considerar ilegales, llamar patriotismo el hecho de enfocarse en contra de un segmento de la población, que subsiste sin amparo, es así como se deshumaniza tanto al ilegal como al que busca suprimirlo.
Para terminar quiero comentarles que el Guillermo Descalzi de hoy, es cotizado como uno de los grandes pioneros del periodismo en el Mundo, creo que vive en la ciudad de Miami, y lleva una vida ordenada y de grandes retos .
P/D., Se me escaparon detalles importantes de su obra, tales como cuando Pedro Sevcev y Enrique Gratas de Telemundo y Univisión, lo rescataron del abismo existencial en que vivía.
Abelardo Giraldo - Coreguaje2@yahoo.com 07-17-11