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Extrañas coincidencias

Autor Abelardo Giraldo
Lo que pasa con personas ilustres que alguna vez, han tocado fondo.
He concluido que todo en la vida es motivación y que las ideas surgen por eventos ocasionales que ocurren al azar.
Terminaba yo de leer una interesante crónica, escrita por un talentoso escritor y periodista de nombre Eduardo Bechara Navratilova publicada por el periódico El Tiempo y que se llama “mendigo por un día”, lo mismo que otra noticia titulada “campeón de lucha libre le gano combate de 20 años a la droga en la calle del cartucho”.
Ambos comentando sus experiencias ,el primero para escribir un relato periodístico y el segundo que vivió en realidad dos décadas, teniendo a la muerte de frente todos los días y sobreviviendo a dos balazos , cinco puñaladas, lo mismo que a un incendio en su cambuche en donde padeció quemaduras de primer grado.
Hoy en día dejó las drogas, es luchador olímpico, lleva un orden organizado y es un campeón de la vida.
El nombre de este exitoso ciudadano es Wilson Londoño Bravo, natural de Pereira Risaralda.
La lectura de estos artículos me impactaron y en uno de mis cotidianos viajes a la librería favorita BARNES & NOBLE, encontré por casualidad una obra que se llama,”el príncipe de los mendigos”, escrita por uno de los más brillantes periodistas de habla hispana en los Estados Unidos, GUILLERMO DESCALZI, y como andaba deambulando por el mismo tema, me pareció interesante y la compré.
Aquí se cuenta la historia insólita de un hombre que descendió a los infiernos, para aprender la importancia de la vida.
Arribó a los Estados Unidos procedente del Perú, en busca del sueño Americano y aquí se hizo un notable hombre de radio y TV., lleno de éxito y de fortuna, pues sus reportajes eran famosos y se ganaba el cariño y admiración de miles de personas, se codeaba con presidentes, políticos, con ricos y poderosos, pero llegó el momento que las drogas y el alcohol, lo sumieron en el bajo mundo, por las calles de Washington, D.C.
Una de las primeras entrevistas que lo hicieron famoso a Guillermo fue cuando en Panamá entrevistó a Edén Pastora, El Comandante Cero, líder Sandinista, con Kalashnikov en mano, brazos en alto y boina sobre la cabeza, en compañía de la comandanta Dora María Téllez, también con fusil en mano y quienes a su vez andaban con el rumiante intelectual de la revolución de Nicaragua Tomás Borge.
Esta noticia circuló en primera plana por todas las rotativas de Estados Unidos y del mundo como una primicia espectacular.
En tantas de sus anécdotas, contaba que una vez en Julio de 1980, entrando a la oficina del periódico para el que trabajaba en New York, su jefe inmediato Leandro Blanco, le dijo que había recibido una llamada de Yody Powell, Secretario de Prensa de Yimmy Carter y que el presidente quería que Guillermo Descalzi lo entrevistara.
Y Descalzi recuerda que era más bien él, quien quería entrevistar al Presidente de los Estados Unidos.
Dice Descalzi que cuando empezó a hacer sus primeras entrevistas, él bebía mucho y era un diario fumador de marihuana y que el no tenía el valor de enfrentarse a su realidad, que no tenía la capacidad de apreciar, el ser imperfecto que habitaba dentro de él.
Su esposa le decía que mirara su interior, pero el se asustaba y en lugar de componerse se metía más y más en las espirales del vicio.
Ronald Reagan, fue su tercer entrevistado y Guillermo Descalzi lo define como un hombre dotado de la aristocracia estadounidense y que esta a pesar de no haberle llegado por herencia, la llevaba en las venas. Era algo muy propio del enrarecido mundo de la pantalla cinematográfica.
Aquí viene lo más importante de la apreciación de Descalzi “Mi vida en esas épocas podría representarse como una de esas máscaras del teatro griego clásico, llevaba a cuestas la tragedia y la comedia”.
Considera que hay que buscar en nosotros, cuán hondo tenemos enterrado el amor y la verdad y así podríamos obtener una medida aproximada del valor de nuestras personas.
Después ocurrió el mayor de los absurdos, como relata el mismo, en su propia ceguera, sé consideraba un sansón encadenado a las columnas del templo, determinando, “muera Sansón y todos los filisteos”, esa fue la consigna del prestigioso periodista Guillermo Descalzi en el año de 1994.
Se dedicó de tiempo completo a satisfacer su ego, tarde, mañana y noche con marihuana, cocaína y alcohol, abandonando todo lo demás y se fue a vivir a la calle como mendigo, argumentando que el no sabía amar lo que quería ni quería lo que amaba.
Concluía que en las adicciones lo que está enfermo es la vida misma y la tarea de curar la vida es eminentemente espiritual, la cura está precisamente en la búsqueda de lo espiritual.
Una vez después de haber ido a cubrir unas elecciones presidenciales en Méjico, regreso a Washington en Agosto de 1994, se dirigió a la estación del metro en la calle Wisconsin y le cambió uno de sus trajes italianos a un pordiosero, se puso su ropa y se fue a dormir a un parque cercano.
En esos primeros días Guillermo era un mendigo de lujo, estaba usando sus tarjetas de crédito hasta el límite para comprar alcohol y drogas que compartía con los pordioseros del área, haciéndose popular entre ellos.
Allí se hermanó con ladrones y prostitutas, adictos y locos, alcohólicos y homosexuales, etc.
Después de haber tenido un guardarropa de 15 o 20 trajes italianos con camisas mandadas hacer a la medida, una pensión de $15.000 dólares mensuales para sus gastos, había llegado totalmente desprovisto para la vida, sin nada.
Tres meses después se le acabó el dinero, la compañía lo suspendió sin sueldo por no haber vuelto a trabajar y una noche en medio de un ataque de hambre, casi sin darse cuenta, hizo su primera incursión a los basureros, vamos a comer pizza le dijo un compañero menesteroso y le entregó una pizza, aún caliente, que había sacado de las basuras, detrás de un restaurante.
Continuará,…..
Abelardo Giraldo. coreguaje2@yahoo.com 07/10/11.