Cuenta la historia que un hombre habitaba en la cima de una montaña y en muy pocas ocasiones hacia su aparición en el pueblo que quedaba a muchas millas de distancia y los habitantes de ese caserío rumoraban que se trataba de un hombre muy sabio pero que su origen era profundamente misterioso.
Un día un guerrero tremendamente enamorado, a quien ese pueblo le debía muchos favores acudió a él para pedirle un consejo y le dijo; de pequeño siempre amé a una joven llamada Alicia y era la hija de unos amigos de mis padres, ella y yo crecimos juntos, compartíamos muchos sueños infantiles.
Yo tenía muchos amigos por mi lado y ella también por el suyo, pero nuestra amistad era superior a todas las demás.
Cuando estábamos juntos, yo experimentaba un sentimiento único y sublime. Luego continué, crecimos y empecé a sentir vergüenza, el jugar con una niña me parecía poco varonil, ella se fue haciendo mujer y la fantasía de la niñez fue sustituida por la inseguridad de los primeros años de la juventud, Ya no nos veíamos tanto, pero cada vez que nos encontrábamos hablábamos de tú a tú como dos hermanos.
A medida que fui creciendo y me enfrenté a los problemas de la vida, siempre hallaba comprensión y sabiduría en ella. Sabía escucharme, comprenderme y aconsejarme acertadamente. Parecía que con su música –pues ha de saber que desde pequeña ha sido virtuosa con la flauta-podía despejar su mente de todas las turbulencias de su vida. Siempre estaba apacible y poseía palabras de aliento para todo.
Pero los años siguieron trascurriendo y su devoción a la música la hizo distinta a la mayoría de las jóvenes de su edad. No parecía mostrar interés alguno en los sentimientos propios de una doncella que busca llamar la atención de los muchachos. Seguía siendo una joven pura, bella y maravillosa, pero viviendo una irrealidad. Entonces en los últimos años me fui alejando de ella. De pequeños bromeábamos que algún día nos casaríamos, pero al llegar el tiempo de demostrar algún sentimiento, ella nunca me dio señal alguna.
Entonces apareció Susana, con la fuerza de un rayo. Una joven hermosa y con una forma de ser sumamente atractiva. No entendí entonces porqué no la había conocido antes. Su belleza y aspecto eran tan llamativos, que en ocasiones me hacían perder el sueño. Y lo más increíble de todo fue que ella se enamoró de mí. Cuando cualquiera de mis amigos hubiera dado lo que fuese por conseguirla, ella me eligió a mí.
Frustrado por la actitud tan apática de Alicia hacia el amor y ante la aparición de esta joven tan hermosa, mi corazón se volcó de lleno a ella.
Cuando pensé que la decisión estaba tomada, todo se me había removido en el corazón; Alicia me impresionaba con actitudes totalmente renovadas.

Me callé deseando no decir más, pero una inesperada fuerza interior me impulsó a decir un último pensamiento casi involuntariamente, como si mi consciencia me acusara de mi propia necedad y entonces no pude evitar que una última frase de cordura se escapara de mis labios:
_No obstante, algo en mi interior me dice que Susana es el tipo de mujer con quien uno sabe que no podría ser feliz por siempre.
Aquí, terminé y el anciano se quedó mirándome con ojos incrédulos durante unos instantes, y me dio la impresión de que estaba sopesando cada una de mis palabras, entre tanto yo permanecí en silencio, sintiéndome mucho más desahogado, como con un peso menos sobre mis hombros.
El hecho de haberle contado todo esto al anciano me hacía sentir mucho mejor.
Hijo mío, estoy sumamente sorprendido de escucharte…hizo una pausa, como si no estuviera seguro de lo que iba a decirme_, pero habré de ser honesto contigo: haz hablado con tanta sensatez y al mismo tiempo con tanta insensatez, que me dejas anonadado. Por una parte pareces plenamente consciente de tus razones, pero por la otra te engañas a ti mismo.
“No deseo afligirte con ello, pero veo que tienes el criterio suficiente como para hacer una buena elección por ti mismo; sin embargo la propia vida te ha jugado una de sus ocasionales ironías y eso es lo que te nubla la visión, lo que te confunde.
La experiencia me ha enseñado que no es bueno aconsejar a una persona enamorada cuando se trata de favorecer o desfavorecer una elección.
Anciano, dijiste que estabas dispuesto a ayudarme porque veías que tenía una carga que me afligía. Yo te he abierto mi corazón.
Seguidamente su rostro se llenó de luz y el tono de su voz se tornó profético y estas fueron las palabras que pronunció: Hijo, un hombre tiene nombre de mujer, porque así Dios lo ha decretado cuando dijo, refiriéndose a nuestros primeros padres:”serán una sola carne”. Por ello la elección de tu esposa es la decisión más importante de la vida y de allí en más tus éxitos y tus fracasos dependerán de ello, por eso debes ser prudente.
“No alabes a la hermosura porque no es para siempre. Las arrugas y los años vendrán indefectiblemente. Toda flor por más hermosa que sea, finalmente se marchitará. La mujer que se sabe hermosa y atractiva para los hombres y que hace alarde de su hermosura, no es mujer leal. La verdadera belleza es aquella que se ignora, que no se reconoce a simple vista, que no es tan evidente. No confíes en la mujer que adora ser alabada por su belleza, ni en aquella que descubre su hermosura para que los hombres la deseen.
Hay mujeres que desean tener siempre a los hombres zumbando como moscas a su alrededor y parece que nunca se sacian de ser admiradas.
“No confíes en la mujer extraña, en aquella que coquetea, porque su corazón no está dispuesto para un sólo hombre, busca a la mujer virtuosa, a aquella que ama desde sus entrañas, a aquella que será una buena esposa, pero también una excelente madre”.
“Lo que valoras más de una mujer en tu juventud, es lo que se hará insignificante con el paso del tiempo. Lo que ahora es de más estima, dejará de serlo, tus prioridades se mudarán. Por eso procura ver y encontrar aquello que no perece, por más que te cueste.
No desprecies la hermosura, pero no la hagas el centro del amor, tan sólo es el ingrediente de una gran obsesión.
Recuerda que la mujer de verdad se comportará como tal. La mujer que hace el camino fácil para el joven galán, no está dispuesta a arriesgar el verdadero amor, por temor al oprobio de la soltería.
Cuanto más te cueste conquistar a una mujer, tanto más la amarás. Procura ver las señales que te ofrece la mujer virtuosa: son simples, inofensivas, inocentes y desprovistas de pasión, pero llenas de pureza y amor verdadero. Muchos hombres débiles las desdeñan por temor a perder, y no quieren arriesgar, antes buscan el camino fácil de la doncella que les da todo y les evita la valentía que requiere el cortejo. No luchan por el amor. No tienen el espíritu de la conquista. Son débiles y enfermizos para siempre.
No hay que olvidar a los hombres de antaño que rechazaban mujeres y vino por ser fieles al amor de su juventud.
“Ve y busca aquella belleza que no perece con el tiempo, descubrirás mayor gozo del que eres capaz de imaginar .Conocerás que la beldad que tanto te cegaba, será insignificante comparada con la que entonces hallarás. Porque la mujer virtuosa es más hermosa que ninguna otra, más solo dará a conocer la plenitud de su hermosura al hombre que esté dispuesto a dar su vida por merecerla”.
UN PROLONGADO SILENCIO SIGUIO A AQUELLA INIGUALABLE MANIFESTACION DE SABIDURIA EN LAS PALABRAS DEL SABIO ANCIANO.
Abelardo Giraldo… Coreguaje2@yahoo.com...08/05/11