El gran paso hacia la esperanza de una nación se da precisamente a través de los diálogos de paz.
Se trata de discutir una agenda, en la que dos partes, tienen visiones diferentes de su país.
Humberto de la Calle, en cabeza de la representación gubernamental expresó muy escuetamente, “LA MEJOR MANERA DE HUMANIZAR EL CONFLICTO ES TERMINARLO, LO ANTES POSIBLE.”
Los diálogos de paz, tienen un gran parecido con los armisticios, se ventila la responsabilidad moral y material de haber causado las guerras, se autoriza algún tipo de concesiones y se pagan algunas indemnizaciones.
Los diálogos de paz, tienen un gran parecido con los armisticios, se ventila la responsabilidad moral y material de haber causado las guerras, se autoriza algún tipo de concesiones y se pagan algunas indemnizaciones.
Se necesita acordar unos términos de paz, se redactan y se firman tratados.
Al finalizar la primera guerra mundial, el presidente norteamericano, Woodrow Wilson, propuso 14 puntos, los cuales fueron la base del tratado de paz, entre las naciones, fue firmado el 7 de Mayo de 1919, en el Palacio de Versalles, por las cuatro grandes naciones aliadas, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Italia, obligando a Alemania como instigador del conflicto, a devolver las tierras usurpadas a Bélgica, Checoslovaquia y Polonia.
Al finalizar la segunda guerra mundial, también hubo tratados, entre ellos, el tratado de San Francisco, firmado el 28 de Abril de 1952, por 49 naciones y que se llamó “TRATADO DE PAZ CON JAPON.”
Otro tratado famoso fue el que se firmó el 8 de Mayo de 1945, cuando el alto mando alemán se rindió incondicionalmente a la Unión Soviética.
El 8 de Septiembre de 1943, Italia, el más débil de los socios de Alemania, firmó el llamado “ARMISTIZIO DI CASSIBILE”, que declaraba su rendición a los aliados.
Volviendo al caso de Colombia, tendríamos que partir desde las secuelas que venían con las diferencias entre bolivarianos y santanderistas y que tenían que ver con los llamados, Centralismo y Federalismo.
La Constitución de 1886, pretendía sepultar la que fuera redactada en 1883, que revelaba un excesivo federalismo, pero todo esto, desembocó en un conflicto armado.
Hubo rebeliones en Santander, en el Cauca, en Panamá, los Llanos y el Caribe, vino la famosa guerra de los mil días, la que realmente, fue de 1132, porque empezó el 17 de Octubre de 1899 y terminó el 21 de Noviembre de 1902.
Luego vino la separación de Panamá, el 3 de Noviembre de 1903, la cual fue rechazada por el Congreso colombiano, pero los panameños la impusieron, dada su inclinación e intenciones de apartarse territorialmente.
Con el apoyo militar y político de los Estados Unidos, Panamá declaró finalmente su separación, concediendo a los norteamericanos el control de la zona del canal a perpetuidad, hasta el cumplimiento del tratado Torrijos-Carter.
Después de la guerra de los mil días y la separación de Panamá, Colombia, quedó totalmente devastada y sobrevino una profunda crisis económica.
Desde entonces, se generó una guerra bipartidista que se apaciguó un poco en el año de 1958, con la creación del llamado FRENTE NACIONAL, hasta que aparecieron las nuevas fases de violencia.
Una de las discusiones más grandes y que se ha tenido en cuenta por varios gobiernos ha sido la de la REFORMA AGRARIA INTEGRAL, Alfonso López Pumarejo, creó una ley agraria, que se llamó la ley 200 de 1936.
Muchos años después, Alfonso López Michelsen, también presidente, hijo del anterior y quien gobernó de 1974 a 1978, también se preocupó mucho por la situación de los campesinos y fundó, “El Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, “INCORA”, con el cual otorgó 986 títulos y se firmaron 4790 contratos de asignación de tierras, todo esto, acompañado de un crédito agrario para los mismos, de $21.000 millones.
Las FARC, han venido proponiendo desde los diálogos del CAGUAN, un programa agrario, considerando, dar a los campesinos, tierra gratis, proporcionarles ayuda técnica, créditos y respetar la propiedad de los campesinos ricos, que trabajen personalmente sus tierras.
También incluyen, preservar las grandes explotaciones agropecuarias, que por razones de orden social y económico, deben conservarse.
El Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, acaba de aprobar la famosa ley de tierras y desarrollo rural, la cual muchos sectores, han considerado bastante progresista y muy parecida a lo que proclaman las FARC.
Esta ley incluye devolver a los campesinos las tierras que les fueron usurpadas por paramilitares, narcotraficantes, o miembros de bandas criminales.
En su alocución de apertura a los diálogos de paz, en la ciudad de Oslo Noruega, Iván Márquez, uno de los ideólogos de las FARC, asegura, que Colombia se considera como el tercer país más desigual del mundo, que está urgido de reformas socioeconómicas radicales, que 30 millones de colombianos, que viven en absoluta pobreza y 10 millones en la indigencia, requieren de cambios, en las políticas del Estado y la justicia social.
Habla nuevamente, sobre el desarrollo agrario integral, denuncia el saqueo exacerbado de los productos minero energéticos de la tierra, por parte de las transnacionales, la oposición a las semillas transgénicas y a las políticas asesinas que matan de hambre.
Considera, que el neoliberalismo lanza el campo a la especulación financiera transnacional y denuncia la existencia de un grupo de elite, integrado por nacionales y extranjeros, que se han venido adueñando de la Orinoquía, para la explotación de Petróleo, Oro y Coltán, sin importar los daños ecológicos y medio ambientales que estas prácticas generan.
Lo expresado por el Señor Márquez, nos llevaría a pensar en delitos de lesa naturaleza, porque es a través de la explotación minera, que se pondría en riesgo la existencia humana y por consiguiente la posibilidad de vivir.
El campesino cultiva y produce, mientras que el minero saquea, despoja y contamina los ríos.
Es un error de tamaña flagrancia transformar al campesino en minero.
Las grandes compañías explotadoras del oro, hicieron de una gran parte del territorio peruano, un desierto.
También, reconocemos que es por primera vez, que, en una agenda de diálogo, Las FARC, aceptan incluir “LA DEJACION DE LAS ARMAS”.
Además, esta es una oportunidad, que el gobierno, está concediendo a la organización subversiva, para participar de la arena política del país.
Encontramos, que mediante los acuerdos de la Uribe en 1984 y tras un proceso de paz entre las FARC y el Gobierno del Dr. Belisario Betancourt, nació el partido de la Unión Patriótica “UP” y al año siguiente, en su primera incursión electoral, alcanzaron a obtener 6 Senadores, 9 Representantes, (Entre ellos Iván Márquez), 18 diputados y más de 300 concejales, pero a partir de 1986, una mano negra organizada, empezó a asesinar a sus miembros, entre los que cayeron dos candidatos presidenciales, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo.
Hoy la situación es distinta, se ha desmontado el paramilitarismo y si las FARC, dejan las armas, no tendrán una contraparte con quien pelear, vislumbrándose en el horizonte colombiano un verdadero logro para la paz.
Quedarían dos puntos por resolver, la dejación de las armas y la reincorporación a la vida civil.
El “TRATADO DE ROMA”, del cual forma parte Colombia, establece, que no se pueden otorgar beneficios a quienes hubiesen cometido delitos de lesa humanidad y por lo tanto para estas personas, jamás habrá amnistías o indultos.
Solamente un “delito político”, puede acceder a algunas garantías como “Principio de Oportunidad” para que, no los investiguen o les suspendan la pena.
A las FARC, les es atribuible el delito político, pero según expertos, para eso, se requiere una enmienda constitucional.
A los paramilitares les fue negado por el Congreso de la República, el carácter de “delito político”.
Otro punto en discusión, sería el del narcotráfico, del cual, esta organización ha venido proponiendo desde el año 2000, la legalización de las drogas.
Por último, sería la restitución de las tierras en poder de las FARC, a sus legítimos propietarios, pero, para esto, habría que crear una “Comisión de la Verdad”, pues al parecer, al gobierno, le han llegado alrededor de 19.000 solicitudes de restitución.
En experiencia anterior y relacionada con la paz en Suráfrica, la acción y actuación de una “Comisión de la Verdad”, fue fundamental, para que ellos hubiesen podido llevar a cabo, esa verdadera reconciliación.
Todos los colombianos aspiramos que estas buenas intenciones, no terminen en simple retórica o ambiciones políticas populistas o reeleccionistas, de una u otra de las partes en conflicto, nuestro país es maravilloso y ya es hora de dejar los odios y las guerras, para empezar a organizar la casa.
Abelardo Giraldo. 10/25/12.