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Un paraíso maldito

Existen muchos lugares en el mundo, famosos por fenómenos paranormales, maldiciones y sucesos que no tienen la más mínima explicación racional, son lugares embrujados como, casas, edificios, carreteras o islas, que parecen malditos.

Esto ocurre en una isla llamada Palmyra y, la realidad es, que se trata de un atolón o sea un anillo con formaciones de coral que se encuentra al norte del pacífico ecuatorial, entre las islas de Hawái y Samoa, americana.

Se trata de un lugar remoto, sin habitantes, completamente virgen, cubierto de una densa vegetación, rico en vida silvestre y hermosos arrecifes de coral, pero es un lugar donde habita el mal, allí ocurre una amplia variedad de eventos sobrenaturales, extraños fenómenos e inexplicables sucesos.

Fue descubierto en 1798 por el capitán Edmund Fanning, cuando se dirigía en el barco “Betsy” con destino a Asia. Registros históricos afirman que cuando cruzaba en su barco, frente al atolón, se despertó varias veces en la noche debido a una extraña sensación de muerte inminente, perturbado por las pesadillas, salió a cubierta y encontró que justo a tiempo, vio un peligroso arrecife que logró esquivar.

Palmyra, se ganó rápidamente la reputación de ser un lugar extraño y aterrador, los barcos que pasaban por allí, sus tripulaciones afirmaban, observar luces fantasmales que provenían de la isla y que el agua a su alrededor, era infestada de tiburones feroces y misteriosas criaturas marinas, historias que aterrorizaban incluso a los más escépticos.

El año de 1870, un barco norteamericano llamado “Ángel”, impactó contra uno de los arrecifes y un grupo de sobrevivientes logró llegar a la isla, pero nunca vivieron para contarlo y ocurrió que,  otro barco, que hizo allí una parada, encontró los cuerpos esparcidos por toda la playa, habían sido violentamente asesinados.

Otro naufragio famoso fue el del barco pirata español “La Esperanza”, que se estrelló contra los arrecifes de la isla, mientras transportaban grandes cantidades de oro y plata, saqueados a los Incas  en el Perú, los sobrevivientes del naufragio lograron cargar algunos de los tesoros y en balsas, llegaron hasta la isla. Después de permanecer varados en ese lugar, por espacio de un año, demacrados y enfermos, enterraron sus tesoros, abordaron sus balsas y no se supo más de ellos. Se tiene conocimiento que el tesoro Inca, permanece enterrado en la isla hasta nuestros días.

Sobrevivientes de otros naufragios y que escaparon con vida, contaban aterradoras experiencias, afirmaban que los bosques de Palmyra, eran el hogar de bestias oscuras, que observaban desde los árboles y que los mismos árboles, parecían susurrar algún tipo de dialecto desconocido y agregaban que el agua que rodeaba el atolón era tremendamente aterradora, que la vida marina era venenosa para comer y que, devoradores y agresivos tiburones abundaban por doquier.

Un navegante desconocido que alcanzó a estar dos semanas en ese lugar maldito, alcanzó a afirmar, “tuve la sensación de que no pertenecía allí, de que la isla no me quería, me sentía amenazado y a medida que los días pasaban, tuve la permanente sensación de que tenía que salir de allí, tan pronto como fuera posible, antes de que algo malo me pudiera pasar”

Además de los naufragios, Palmyra era famoso por los barcos que desaparecían sin dejar rastro, se trataba de buques que llegaban allí y nunca más se sabía de ellos.

Durante la segunda guerra mundial, Estados Unidos, utilizó esta isla como una instalación naval, contra las posibles incursiones aéreas de Japón y se utilizó además como zona de abastecimiento para patrullas aéreas de largo alcance y submarinos.

Los hombres de la armada, afirmaban, ser testigos de los misteriosos poderes del atolón, muchos de los soldados se consideraban superados por sentimientos misteriosos e irracionales de profundo miedo, que era tan inexplicable y abrumador, que solicitaban con urgencia que los sacaran de la isla. Otros, bajo fuertes ataques de pánico acudían al suicidio en extrañas circunstancias.

Antropólogos han considerado esta isla, como una zona de conexión paralela a una dimensión desconocida y que Palmyra es una entidad viva con su propia y oscura voluntad.

Sigue siendo aparentemente tranquila, una bella y paradisíaca isla deshabitada, sin embargo, las apariencias engañan.

Un navegante anónimo alcanzó a decir: “Palmyra siempre pertenecerá a sí misma, nunca al hombre”.

Por| Abelardo Giraldo. 02/05/17.