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El final de la existencia humana

 Texto de Abelardo Giraldo López

Quiero empezar este tema con un poema del eminente poeta nicaragüense,  Rubén Darío, que llamó:

“LO  FATAL”.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo

Y más la piedra dura, porque esa ya no siente,

Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

Ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

 

Lo que no conocemos y apenas sospechamos,

Y la carne que tienta con sus frescos racimos,

Y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos.

 

¡Y no saber adónde vamos

Ni de dónde venimos!

 

O la canción de Alberto Cortez, llamada:

CUANDO UN AMIGO SE VA.

Cuando un amigo se va

Queda un terreno baldío,

Que quiere el tiempo llenar

Con las piedras del hastío.

 

Cuando un amigo se va

Se queda un árbol caído

Que ya no vuelve a brotar

Porque el viento lo ha vencido.

La muerte natural, es aquella forma de muerte, en la que el fallecimiento sucede sin intervención de causas extrañas al organismo, generalmente la asociamos con las muertes que ocurren por el simple proceso de envejecimiento o las enfermedades que ocurren, cuando el cuerpo se degenera por el paso del tiempo.  No olvidemos que las actividades biológicas cesan por envejecer.

A raíz de la aparición del Covic-19 y la actual crisis climática, despertó en muchos académicos, la inquietud de analizar sobre el tema de la muerte, es cuando aparece el filósofo y pensador August Corominas, catedrático de las Universidades españolas de Murcia y Barcelona con sus obras “salud humana, hábitat y cambio climático” y “emergencia sanitaria, degradación ecológica, enfermedad y muerte”.

Existieron además, tres filósofos de gran renombre, que se ocuparon de este tema y veo importante citarlos, son ellos; Pierre Teilhard De Chardin (1881-1958), Martin Heidegger (1889-1976) y Edgar Morin (1921), quienes le dieron vida literaria al tema de la muerte en el último siglo.

Reflexionar sobre nuestra muerte es reflexionar sobre nuestra vida, sostenía Heidegger, filósofo existencialista, la muerte es el acontecimiento esencial de la aventura humana, la muerte es un misterio, es el momento de decir adiós a todo, es el viaje del “iras y no volverás”.

Cuando el cuerpo enfermo siente sensación de declive, de fragilidad, de desarmonía, malestar, disolución, se vislumbra un momento trágico de desaparición con pérdida de todo; familia, posición social, patrimonio, fortuna, etc…, la muerte se produce al cesar las funciones fundamentales, actividad cardíaca o actividad respiratoria, lo que representa el cese de las funciones cerebrales. Existe la muerte biológica, muerte cerebral o muerte total, que incluye, la muerte de las células en todo el organismo.

La vida del hombre se define por el fin de él mismo, como un camino a cuya meta conduce. Edgar Morin, sociólogo, pensador, filósofo y político, dice que el hombre comienza las creencias religiosas a partir de enterrar a los muertos, magia, brujería, espiritismo, chamanes, creencias en la otra vida, inmortalidad, nacen del intento humano de resolver el problema de la muerte.

Otro pensador alemán, Erwin Shorodinger, sostiene que la vida es un banquete de diversidad biológica. Tampoco debemos olvidar el libro que leíamos en la infancia, “El Origen De La Vida” de Alexander Oparin, donde expresaba, que nosotros veníamos de una atmósfera primitiva conformada por hidrógeno, metano, amoníaco y una fuente de energía que creaba células vivas, concluyendo que la vida era un brillante acontecimiento, con síntesis e intercambios termodinámicos.

Quiero hablar de Marulo, el profesor, Hugo Peláez y Ramiro Parra, personas memorables, nobles, sencillas y a la vez maravillosas, “descansen en paz, buenos amigos, pero en algunos rincones de la tierra, los extrañarán por siempre”.

Su partida de este mundo, nos han dejado un gran vacío en nuestros corazones, especialmente a todos los que tuvimos la fortuna de tratarlos personalmente, dejaron para nosotros tremenda  huella, siempre los recordaremos con cariño y sonrisa en los labios, como cada uno de ellos, lo hubiese querido.

Pero no podemos dejar de lado la nostalgia, esa emoción que nos hace recordar momentos del pasado con cariño y añoranza, los recuerdos son un tesoro que la nostalgia nos ayuda a valorar.

A veces la nostalgia, es la única forma de conectarnos con personas y lugares que ya no están. La nostalgia nos recuerda que los buenos tiempos nunca se van del todo, siempre estarán en nuestros corazones, nos enseña que la vida, está llena de momentos que valen la pena recordar, nos ayuda a valorar la importancia de las personas y los lugares que han tocado nuestras vidas.

En la nostalgia encontramos la belleza de lo que alguna vez, nos hizo felices.

Abelardo Giraldo López.

4/25/2023.