Es de nuestro
conocimiento que las cárceles fueron creadas en la época moderna con el fin de proteger a la sociedad
de los elementos peligrosos y estas forman parte de un sistema de Justicia propio de los países civilizados.
Antiguamente a
los delincuentes se les hacían ejecuciones públicas pero después de la
Declaración de los Derechos del Hombre, se inventaron los claustros
penitenciarios que inicialmente se usaban para encerrar delincuentes, locos,
vagos, enfermos y prostitutas.
El encierro se
consideraba una práctica coercitiva menos atroz que la tortura o la ejecución
pública.
Se le considera
como uno de los valores de la Democracia Occidental. Fueron creadas para
castigar y rehabilitar.
Encontramos que
hoy, las cárceles o lugares de confinamiento, se han venido convirtiendo en
verdaderos problemas, lugares como La Modelo y La Picota en Colombia, Uribana y
Yare 1, en Venezuela, la Santa Martha en México, Larigancho en el Perú y muchas
otras de Latinoamérica, son verdaderos infiernos.
Leía sobre
cárceles en Centroamérica que dan espanto: un preso afirmaba, haber sido
encerrado en un cubículo oscuro al que casi no llegaba la luz y por tanto no
podía leer ni escribir, que se inundaba
dos veces al día porque no había ningún muro que separase el baño, del área del
dormitorio.
A causa del
exceso de humedad, la falta de sol y la poca ventilación, las enfermedades
respiratorias estaban siempre presentes. Además, la celda estaba pintada con
cal y carburo, lo que provocaba un desprendimiento permanente de polvo que le
invadía las fosas nasales y por consiguiente los pulmones.
En esas áreas,
los obligan a permanecer sin pantalones, eso facilita, que los mosquitos los
piquen desde las ocho de la mañana, hasta las ocho de la mañana del otro día y
así sucesivamente.
Otro episodio
dramático es la hora de las comidas, la alimentación se basa en un picadillo de
carne sin categoría, mezclado con tendones, arterias, venas, vísceras y huesos
triturados. Todo revuelto y servido con cebo y sangre.
El olor repugnante y putrefacto de semejante
plato les ocasiona náuseas y por lo tanto ganas de vomitar.
El agua no es
potable y viene llena de lodo y
parásitos. De día los sacan media hora para ver y escuchar en el noticiero las
intervenciones especiales del Presidente de la República.
Pero las
torturas no acaban aquí, de noche los guardianes se dedican a hacer
inspecciones o registros para alterar el
sueño de los reclusos y si alguno de estos presos le cae mal a su vigilante,
este se encarga de difundir o sembrar animadversión entre los demás compañeros
de celda, haciendo correr el rumor de que este, es un sapo o chivato y les
advierte que se cuiden de él.
Las familias
duran meses sin poder ver a parientes presos y cuando llegan a la
penitenciaría, ellas también reciben intimidaciones.
Después de
esperar horas bajo un intenso sol para que te concedan la entrevista que
solicitaste tres meses antes, sale alguien a decirte que el agente de seguridad
que atiende tu familiar, no está.
En algunas
ocasiones te comunican, sin ninguna justificación, que la visita se ha
suspendido.
Otras veces exigen un registro corporal que incluye
desnudarte completamente y ponerte en cuclillas seas hombre o mujer.
Todas estas
arbitrariedades concluyen a que cuando te traen a tu pariente demacrado y
enfermo, exista una terrible
tensión, luego te hacen entrar a un
lugar separado por una fuerte pared enrejada, llena de cámaras y micrófonos que
grabarán toda tu conversación.
Un periodista
cubano de nombre Ricardo González en un artículo llamado” Crónica Cruenta”,
habla sobre la situación de los presos comunes en Cuba y nos hace un relato
espeluznante.
Nos cuenta de
intentos de suicidio y autoagresiones horrorosas que ha visto en varias
cárceles y de las que ha tenido constancia.
Las más graves
son la de los condenados a cadena perpetua que quieren pedir benevolencia al
Juez. Escribe él, que Maceo, un mulato inválido, que para reclamar que le
limpiasen la celda, se infligía cortes en las piernas con un cuchillo rústico y
clandestino; nos comenta, de un joven que después de ser apaleado, se cortó el
dedo pequeño y se lo lanzó a los guardias; Tony que con una cuchara, se arrancó
un ojo; de Héctor, que se inyectó petróleo en las piernas y se quedó inválido;
de Ulloa, que se cortó la mano izquierda y le pagó a un preso para que le
cercenase la derecha; de un chico de
treinta años que se cortaba periódicamente el talón de Aquiles; de otro, que se
hacia una incisión en el vientre y sacaba el intestino por la herida y el caso
de un homosexual que se extirpó los testículos y el pene.
Estas prisiones
son el lugar más parecido al infierno de Dante.
Que podríamos
decir de las cárceles colombianas, mexicanas o venezolanas en donde el
hacinamiento es el mayor problema y en las cuales son abundantes los casos de peleas entre pandillas o grupos
ilegales que siempre terminan con muertos.
Las condiciones
en que tienen que vivir son terribles, los prisioneros permanecen
amontonados, la comida es de muy mala
calidad y limitada, la falta de higiene es total, el parasitismo y las
enfermedades son el complemento.
Las cárceles,
internamente son distribuidas por bloques o pabellones y cuando alguno de
los internos no es aceptado en el
pabellón, lo sacan fuera, al patio de los repudiados. En este patio sobreviven
a costa de las sobras de comida de los pabellones y muchos de ellos mueren de
hambre.
Dentro del
bloque de las celdas la integridad física no está asegurada y a veces entre
ellos se generan guerras territoriales.
En el Estado de
Barquisimeto Venezuela en la cárcel de Uribana, el 27 de Enero de 2013, se
originó un motín que dejó 61 muertos y 120 heridos con armas de fuego.
Entre estos
hubo reclusos, guardias y trabajadores de la prisión.
Igualmente en
la cárcel venezolana de Yare 1, cerca a Caracas, bandas rivales fuertemente
armadas se enfrentaron cobrando la vida de 25 personas.
La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos dice que las protestas y peleas entre
bandos, causaron en Venezuela el año pasado más de quinientos muertos.
Las prisiones
de Santa Martha en México y Larigancho en el Perú se consideran las prisiones
más peligrosas de América Latina, estas cárceles son verdaderas bombas, que en
un solo día pueden registrar hasta 200 muertos.
Larigancho, tiene
capacidad para 1500 internos y en la actualidad tiene más de 10.000 y como las otras, a diario se registran
grandes batallas campales o abiertas guerras civiles.
Abelardo Giraldo.04/06/13.