El 7 de Agosto de 1819, se llevó a cabo una de la
batallas más importantes de la guerra de independencia colombiana, dos meses y
medio, duró Bolívar, organizándola desde Caracas, hasta que, ese día 7 de agosto,
decidió enviar sus tropas al mando de los generales Santander, Anzoátegui y Soublette, para cortar el paso del ejército
realista a la altura del puente construido sobre el rio Teatinos, de 5 metros de largo por 2 de ancho y
jurisdicción de la ciudad de Tunja.
Ese mismo día en horas de la tarde, después de recios
combates, fue capturado el comandante en jefe de las fuerzas enemigas José María Barreiro y en la ciudad capital,
el virrey Juan Sámano huía hacia
España.
Los españoles habían llegado trayendo consigo la cruz, la espada, los caballos y los arcabuces,
con el fin de arrebatarle a los indios la tierra por la fuerza. Después los
criollos con Bolívar a la cabeza,
desterraban por la fuerza a los españoles.
Los pueblos creados por Bolívar no siguieron su enseñanza, un historiador de nombre Gilette Saurant, relataba que con la
muerte de Bolívar se había acabado el
tiempo de los héroes y había empezado el de los asesinos. Después Santander,
desterrado por Bolívar, sindicado de alta traición, regresó para regir los
destinos de nuestro país y cambió el nombre a nuestra república de, Gran
Colombia por el de Nueva Granada.
Tiempo después José
Hilario López, se instala en el alto solio como el primer magistrado y
después lo hace José María Obando.
Desde entonces empieza a perfilarse el semblante de esos dos hombres en nuestra
república y surgen como era de esperarse, radicalismos, demagogia y crueldad. Bajo
etiquetas diferentes, empiezan a ocupar el gobierno por turnos, surgen los
golpes de pecho en nombre de la patria y sin recibir grandeza alguna, el legado
que le iba quedando al pueblo, no era más que ignorancia, miseria y servidumbre.
Desde 1830 hasta nuestros días, estamos viviendo el
tiempo de los asesinos. Como olvidar las muertes de Rafael Uribe Uribe, Jorge
Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, lo mismo que, el de tantos líderes sindicales.
Son innumerables los crímenes de lesa humanidad que se
han registrado en Colombia desde la muerte de Bolívar hasta hoy. El padre de la
patria antes de morir, recomendó: “os
ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y
vuestros propios verdugos”, era su súplica, pero hasta ahora, hemos hecho todo lo
contrario.
El libertador ilustrado en su formación y romántico en
la acción, intentó por todos los medios la unidad de las cinco repúblicas, él
quería una América del Sur, fuerte, edificada sobre su propia autoridad,
pero no fue posible.
Se ventilaban tiempos de revolución y de cambio, el
pueblo era más proclive a la dispersión que a la unidad. Bolívar fundó nuestra
identidad colectiva, él estaba más allá de los partidos, él era idea de
libertad, su legado político y su postura republicana eran impecables, dignos
de mostrar a todo el mundo. No fue por
su culpa que Colombia se hubiese tornado goda y santanderista.
El sueño de unión continental de sur américa se
esfumó, los pueblos recién liberados se ahogaban en la anarquía y como
expresara un historiador antioqueño, “los
caudillos ambiciosos y hambrientos de poder, revoloteaban como gallinazos,
esperando la muerte del libertador.”
El 1º de julio de 1830, emprendió su último viaje en
un lento ascenso por el Río Magdalena, con un reducido número de amigos y es
cuando recibe la infausta noticia sobre el asesinato del general Antonio José de Sucre, los traidores
habían matado a su más fiel colaborador y amigo, ¡Que se podía esperar de esta
tierra de infieles y asesinos!.
El escenario de Colombia plagado de asesinatos
políticos, comenzaba su función. Su última morada fue la quinta de San Pedro
Alejandrino, donde exclamó además de su última proclama, esta conmovedora
frase: “los mas grandes majaderos de la
humanidad, hemos sido Jesucristo, Don Quijote y Yo”.
El general Andrés
De Santacruz, se alejaba con Bolivia por un camino propio, Venezuela con el
general José Antonio Páez, proclamaba
su autonomía, el general Juan José Flórez,
unió a Guayaquil y a Quito para crear la república independiente del Ecuador y
por último la Republica de Colombia,
primer embrión de una patria grande, inmensa y unánime, se reducía al antiguo
virreinato de la nueva granada.
Dieciséis millones de americanos del Sur, quedaban al
albedrío de los caudillos locales.
BIBLIOGRAFIA.
Simón Bolívar una
pasión política, Mario Hernández.
Proclamas y discursos
del Libertador. Vicente Lecuna.
Por| Abelardo Giraldo, 07/29/15.