“Es hora de que
América cierre las heridas y nos portemos como un pueblo unido. Los olvidados
de nuestro país ya no serán olvidados”.
Donald Trump.
A
raíz de comentarios sobre la obra del escritor y periodista peruano Álvaro
Vargas Llosa, hijo del Nobel, que se
llama “El estallido del populismo”,
se han generado infinidad de análisis sobre este tema, llegando a la conclusión,
de que, el populismo tiene capacidad camaleónica y se destaca por ser tramposo,
un fenómeno de múltiples caras, es una especie de acusación banal que se lanza
simplemente para desacreditar al adversario, buscando asociarlo con algo
ilegal, corrupto, autoritario, demagógico, vulgar o peligroso.
El
populismo se puede amoldar a muchas formas, como ocurrió con el bolchevismo ruso, el nazismo alemán o el
macartismo en Estados Unidos.
Un
sociólogo llamado Edward Shils, dice que el populismo no es más que una
ideología de resentimiento contra un orden social, impuesto por alguna clase dirigente de antigua
data, que supone poseer el monopolio del poder, la propiedad, el abolengo o la
cultura.
El estallido del populismo,
es un tremendo trabajo del que se ocupa Axel Kaiser Barento-Von Hohenhagen,
abogado chileno alemán y uno de los intelectuales liberales más influyentes de
la nueva generación en Hispano América, analista político, escritor y
columnista, doctor en Filosofía, egresado de la Universidad de Heidelberg
Alemania. Autor de otros libros como, “La
miseria del intervencionismo” y “La
fatal ignorancia”. El estallido del populismo, es una obra, que fue analizada meticulosamente por Gloria Álvarez
Cross, politóloga y experta en relaciones internacionales de la Universidad
Francisco Marroquín de Guatemala, conocida internacionalmente por un discurso
que pronunció el año 2014 en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud, donde
defendió el uso de las nuevas tecnologías, para ponerle freno a los gobiernos.
El video de este discurso se hizo viral en internet y ha sido reproducido 15
millones de veces. También es autora de “El
engaño populista”.
Estos
escritores afirman que a pesar del panorama tan desalentador que nos dejan los
populismos, tanto de izquierda como de derecha, existe una esperanza, una
alternativa política que pasa por construir un nuevo republicanismo liberal a
partir de la recuperación de las instituciones, la educación y el uso de las
nuevas tecnologías.
El
populismo siempre estará en conflicto con la democracia. El hijo del Nobel nos
enseña en esta obra, que el populismo es muy afín a “Demagogia”, “Autoritarismo”, “Nacionalismo” y “Vulgaridad”. En la actualidad, ha venido asociando a personas y a
gobiernos, con el nazismo y la xenofobia. Además cita a personajes como
Cayetano Álvarez de Toledo, Enrique Krauze, Yoany Sánchez y Mario Vargas Llosa,
abordando el desastre que ocasiona la llegada del populismo, desde el populismo
nacionalista de Trump, hasta el radicalismo de izquierda de “Podemos” en España.
Se
analizan desde Cuba hasta Venezuela, el Reino Unido del Brexit, la extrema derecha escandinava y, los Estados Unidos de Trump. Además, se tienen en cuenta las expresiones
populistas más famosas de José Mujica, López Obrador y Nicolás Maduro.
Enrique
Kraus, dice que Donald Trump, se parece más a un fascista que a un populista.
La polarización social creada por su discurso, es negativa, porque la
democracia requiere el conocimiento del otro, como ciudadano con el cual, hay
que entablar algún tipo de negociación y concluye este analista que los mayores
enemigos de Trump, son el inmigrante y la globalización.
Luego
el populismo de izquierda como el de Nicolás Maduro, es hacerle creer al pueblo
que el rico es el enemigo de los pobres.
No
hay que olvidar que desde la década del 60, un gran movimiento de los derechos
civiles se regó por el mundo, con gran influencia en Estados Unidos y Europa,
gracias a esto, se hizo cada vez más importante el ordenamiento jurídico de los
países, aparecieron normas escritas para promover el respeto a la diversidad y
la protección de los derechos de las minorías, fue un ideal que a veces se
cumplió y a veces no, pero hoy el mundo está perplejo al ver en la Casa Blanca,
a un hombre cuyos aspectos importantes de su campaña los basó, en propagar
insultos étnicos y a la estigmatización de algunas religiones. Usó un discurso
nacionalista agresivo de fuertes connotaciones raciales, dice que desmantelará
los tratados de libre comercio, que castigará a las empresas estadounidenses
que inviertan creando fábricas en el extranjero e impondrá el mercantilismo y
el nacionalismo económico a ultranza.
Muchas
de las propuestas más extremas de este gobernante, han sido simplemente
propuestas electorales, se ha retractado de sus más controversiales
planteamientos, como el de prohibir la entrada de todos los musulmanes a Estados
Unidos.
Le
correspondía hacerlo, Estados Unidos es un país de instituciones fuertes, los
padres fundadores diseñaron un sistema de límites entre las diferentes ramas
del poder, precisamente para evitar el riesgo de un líder autoritario.
Estados
Unidos salió airoso de la guerra civil del siglo XIX, de dos guerras mundiales
y de las turbulencias de los años 60. Ahora Trump, se convierte en presidente
de un país dividido brutalmente, entre los que ven su llegada al poder, como el
comienzo de la recuperación del país y los que la consideran, como una
contundente señal de la decadencia nacional.
Cuando
Chávez se hizo presidente de Venezuela,
el poder judicial era disfuncional y corrupto, un reporte de Human Rights Watch, encontró que el
tribunal supremo de justicia de ese país, de hecho había establecido cuotas para
resolver distintos tipos de casos, menos del 1 por ciento de la población,
tenía confianza en el sistema judicial. Chávez se otorgó la autoridad de suspender a los jueces y
llenar los tribunales con otros y ocurrió que en los siguientes años el
renovado tribunal supremo de justicia, despidió a cientos de jueces y designó a
cientos más. De esta forma se inició el llamado populismo de izquierda, que
parecía estar concebido para salvar la democracia.
Líderes
con Chávez, al arraigar su autoridad en la promesa de defender la voluntad
popular, consideraron que cualquier institución fuera de su control, podría separarse o esquivarse.
Cas
Mudde, politólogo holandés afirma “La
democracia liberal es un equilibrio complejo de democracia popular y elitismo
liberal, que por lo tanto, solo es parcialmente democrático”.
Como
ocurría con los papas en la antigüedad, cuando era obligatoria la obediencia al
Papa, hoy en Venezuela oponerse al presidente es, oponerse a su proyecto de
socialismo bolivariano en nombre del pueblo y, la oposición la considera como
una amenaza a la libertad. Estas medidas terminan en autoritarismo.
Silvio
Berlusconi, en Italia dejó el cargo con una lluvia de casos de corrupción, pero la democracia del
país y sus instituciones quedaron intactas. Venezuela es el peor ejemplo del
resultado de un gobierno populista, en el que las instituciones se han
debilitado tanto, que el crimen se ha desenfrenado, la corrupción se ha
generalizado y la calidad de vida ha colapsado.
Esas
consecuencias del populismo, son evidentes sólo después de que el daño se ha
hecho una realidad.
En
este escenario también aparece Daniel Stulin, quien opina que gracias a que Trump,
se impuso en la elecciones pasadas, el Armagedón
nuclear a que nos hubiese llevado Hillary Clinton, se ha disipado un poco, si
ella hubiese ganado, estaríamos en estos momentos en una guerra termonuclear
que sería el principio del fin de la humanidad.
Al
preguntársele a Stulin, sobre la posibilidad de una guerra con Corea del Norte,
afirmó que no, porque lo que trata Trump es detener el avance chino y la
potencia norteamericana se ha limitado solamente es a mostrar sus dientes.
Además afirma, que las élites financieras transnacionales y los grandes
banqueros se han declarado enemigas de Trump, porque con su nacionalismo han
visto afectados sus intereses económicos que les ha proporcionado el
neoliberalismo. Es por eso, dice Stulin, que los Rothschild, la federación Rockefeller,
Soros, Hollywood, algunas agencias de inteligencia y medios de comunicación, no
lo quieren, no obstante para el presidente Trump, cualquier gobierno en el
mundo que sea liberal, será su enemigo.
La
élite financiera transnacional desea garantizar su propia supervivencia, es por
eso que el neoliberalismo aplicado por ellos es enemigo de Trump. Es lo que
llama Stulin, como el “Estado Profundo”,
personajes oscuros y siniestros, que desde las sombras manejan los hilos del
poder mundial y que tienen sus sedes en New York, Londres, Europa, Rusia, China
y el Califato Árabe. Asegura además, que la política exterior rusa del
gobierno Putin, es manejada por una
mafia judía ex soviética de banqueros rusos.
Estas
son tremendas opiniones que nos producen consternación y espanto, aparecidas en
las redes, a raíz de los análisis que investigadores sobre el tema del
populismo, han venido ventilando.
Abelardo Giraldo. 11/26/17.